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La trashumancia es el alma de Tierras Altas

Rutas

El enorme impacto que la trashumancia ha tenido en Tierras Altas podemos observarlo en los libros de historia, en los relatos orales que nacen de los vecinos de la comarca o en tradiciones antiquísimas que aún se mantienen. Sin embargo, para trasladarnos a la época de la Mesta con exactitud y fidelidad podemos recurrir a la arquitectura. Construcciones que han llegado hasta nuestros días, algunas en perfectas condiciones, y que a través de sus muros, tejas y elementos decorativos nos hablan de tiempos de riqueza y paz social, pero también de trabajo duro y sacrificio. Son muchos los pueblos de Tierras Altas en los que la época de la Mesta ha dejado un recuerdo imborrable:

Casas blasonadas, ranchos y corrales de Oncala

La historia de Oncala, como no podía ser de otra manera, va ligada a la de su pasado trashumante. Miles de ovejas merinas han realizado desde hace siglos su largo viaje estacional desde los pastos que rodean la localidad hasta las dehesas del sur de la península. Esta herencia tiene su reflejo en el paisaje, acondicionado a lo largo del tiempo para el ganado, y en la arquitectura, con casas serranas blasonadas, que dan al conjunto de la localidad un aspecto señorial. Un ejemplo muy característico es el de la Casa de los Ximénez, ubicada en la calle Real de Oncala, cuyo representante más célebre es Juan Ximénez, que llegó a ser obispo de Segovia y arzobispo de Valencia.

Entre las construcciones legadas del pasado pastoril de Oncala encontramos también ranchos y corrales. Estos complejos estaban diseñados para proporcionar comodidad y protección, tanto para los animales como para los pastores. Servían como lugares de descanso y resguardo para los animales y personas durante su trayecto entre las zonas de pastoreo de verano y las de invierno. Igualmente permitían custodiar los corderos recién nacidos, realizar las labores de esquileo, curas, marcaje, desparasitación, conteo…

Uno de los pocos ejemplos de estas construcciones que ha llegado a nuestros días es El Corralón. Aquí esperaban miles de ovejas la salida hacia tierras del sur. Se utilizó por última vez en el año 2000.

Cañada Real Soriana Oriental

Un impulso muy importante a la trashumancia llegó con la regularización en el siglo XIII de las redes de vías pecuarias, naciendo las Cañadas Reales con unas dimensiones concretas y unos derechos de uso que aún hoy se mantienen. Uno de esos itinerarios principales por los que desde hace siglos miles de ovejas merinas realizan esta tradición nómada es la Cañada Real Soriana Oriental, que tiene más de 800 kilómetros de longitud. Se extiende desde los pueblos riojanos de Munilla, Enciso y Monte Real y las Tierras Altas de Soria, hasta los pastizales del valle de Alcudia (Ciudad Real) y los Pedroches (Córdoba).

La Cañada Real Soriana Oriental recorre la cuerda de los Montes Claros y la Sierra de Alba uniéndose a esta arteria principal otras vías pecuarias menores como cordeles y veredas procedentes de los diferentes valles, configurando una extensa red de caminos para el ganado. Las cañadas atesoran un gran valor histórico, social, natural y cultural. constituyen auténticos corredores verdes con efectos positivos contrastados sobre la diversidad biológica y han contribuido a transmitir conocimientos, elementos culturales y unir pueblos de características diferentes a lo largo de siglos.

Casas de merineros en Los Campos

Entre Oncala y Valloria, en la cabecera del río Cidacos, se encuentra el pueblo de Los Campos, una de las localidades más vinculadas a la trashumancia en la comarca de Tierras Altas. Todos los años, al llegar los primeros fríos, buena parte de los hombres del pueblo partían con los rebaños de ovejas merinas a pasar todo el invierno en las dehesas del sur de España.

Las casas merineras eran construcciones modestas, adaptadas al entorno natural y a las necesidades específicas del trabajo pastoril. Estaban construidas con materiales locales, piedra y madera básicamente, y tenían un diseño funcional que facilitaba la vida en el campo. Un espacio exterior para resguardo del ganado, otro inferior para almacenaje de las herramientas, que en ocasiones incluía un horno para pan, y una zona, normalmente la planta superior, destinada a la vivienda. Las casas de pastores merineros eran lugares de encuentro y descanso para los pastores y sus familias, y desempeñaban un papel fundamental en la economía y la cultura de Tierras Altas.

Casa de merineros – Valloria

A los pies de la sierra de Montes Claros se encuentra el pueblo de Valloria, rodeado de pastos que la mano del pastor ha ido modelando a lo largo de los siglos y atravesado por el arroyo de Hoyas Condesas. Sus casas de merineros nos ofrecen una bella estampa de pueblo mesteño serrano.

Al igual que en Los Campos, en Valloria hablamos de construcciones modestas con muros de carga de mampostería de la típica piedra pizarrosa de la comarca, tejados inicialmente con lajas también de piedra que con el tiempo fueron sustituidos por teja.

También solían disponer de un característico corralón para el ganado en la parte delantera y estaban adaptadas al entorno natural y a las necesidades específicas del trabajo pastoril. Aunque muchas de estas casas están actualmente en ruina, algunas aún conservan suficientes elementos que se muestran como testigos de este estilo de vida tradicional.

Casas blasonadas – Ledrado

Entre Valloria y Vizmanos se encuentra el pueblo de Ledrado, ubicado en una situación privilegiada: a 1.310 metros de altura, con hermosas vistas del valle del Alto Cidacos y rodeada de pastizales y bosquetes de roble. Las casas blasonadas de este pueblo son un conjunto arquitectónico de gran interés histórico y cultural. Estos edificios, en su mayoría construidos entre los siglos XVI y XVIII, pueden llegar a ser de considerables dimensiones. Reflejan la prosperidad que proporcionó la actividad ganadera trashumante y especialmente la lana a sus propietarios, permitiendo a muchos de ellos acceder a títulos nobiliarios.

Los blasones que decoran las fachadas son escudos heráldicos que muestran los símbolos y emblemas de estas familias, y en ocasiones incluyen inscripciones o lemas que identifican a célebres linajes de la comarca. Algunos eran tallados in situ, pero otros eran ejecutados en otros lugares y transportados después hasta aquí.

Además de los escudos, hay que destacar de estas casas serranas de ganaderos el trabajo esmerado de la piedra, con muros de mampostería y algunos sillares en esquinas y dinteles de puertas y ventanas y elementos decorativos como balcones de hierro forjado o ventanas enrejadas.

Casa blasonada – Vizmanos

El pueblo de Vizmanos, en el corazón del valle del Alto Cidacos, posee un conjunto arquitectónico en el que destacan las casas blasonadas de la familia Duro. Además de las grandes dimensiones de estas construcciones en comparación con el resto de viviendas, destacan en sus fachadas los blasones o escudos identificativos de la familia. En el caso de la familia Duro, los cuarteles o divisiones de estos emblemas en piedra muestran estrellas, picas y cruces de Santiago.

 

Hoy podemos contemplar estos ejemplos de arquitectura serrana como elementos tangibles de ese esplendor pasado y la intensa actividad ganadera, especialmente intensa en estas zonas de pastos y dehesas que rodean la localidad de Vizmanos.

Casas blasonadas – Santa Cecilia

En el norte de Tierras Altas se encuentra a pequeña localidad de Santa Cecilia, dividida en dos barrios por el barranco del Plantío. Es un pueblo con un presente modesto y un futuro incierto, pero muestra orgulloso un pasado lleno de esplendor y prosperidad.

En el siglo XVIII, cerca de 19.000 ovejas merinas pastaban en verano en el entorno de esta aldea. Buena parte de estas pertenecían a la familia Del Valle, que era miembro destacado del Honrado Concejo de la Mesta. Las casas blasonadas en Santa Cecilia son un elemento distintivo del patrimonio arquitectónico de la localidad y reflejan la historia y la herencia cultural de la comarca de Tierras Altas.

Las casas blasonadas de Santa Cecilia cuentan con gruesos muros de piedra con elementos de cantería en esquinas y vanos y también están desarrolladas en dos plantas. La inferior tiene históricamente un uso auxiliar y la superior está destinada a habitaciones. Una cubierta mixta de losa y teja y elementos decorativos como balcones de hierro forjado y ventanas enrejadas configuran el típico estilo arquitectónico serrano.

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Tradiciones que desafían al tiempo

Rutas

Los vecinos y vecinas de Tierras Altas han realizado un esfuerzo admirable para conservar un modo de vida y unas costumbres que en gran parte de nuestra sociedad han sido sustituidas de manera irreversible. La identidad de la comarca se construye a través de un sentimiento de comunidad que permanece vivo gracias a festividades y tradiciones que llenan la sierra de color y traen de vuelta por unos días a los antiguos vecinos que han emigrado a la ciudad. Además, permanecen totalmente abiertas a visitantes con ganas de aprender y contribuir a la conservación del patrimonio etnográfico.

Paso del Fuego y Móndidas en San Pedro Manrique

El Paso del Fuego de San Pedro Manrique es sin duda alguna una de las fiestas populares más conocidas de la geografía nacional. Su singularidad, espectacularidad y antigüedad le hizo obtener en el año 1980 un merecido reconocimiento como Fiesta de Interés Turístico Nacional.

El día 23 de junio, a pocos minutos de la medianoche, con pasadores y espectadores situados en sus posiciones, da comienzo el rito. Tras un toque de trompeta, el pasador o pasadora, que debe ser natural de San Pedro Manrique o hijo del pueblo, se sitúa descalzo en el borde de las brasas, solo o con alguien a sus espaldas. Ante un nuevo aviso de trompeta, el protagonista camina sobre el incandescente manto que puede llegar a los 800 grados. Tras ocho interminables pasos, llega al final y se funde en un abrazo con familiares y amigos.

Las primeras en ser pasadas por los valientes sampedranos son las tres Móndidas, otro elemento muy característico de las fiestas de San Pedro Manrique. Las Móndidas son tres jóvenes hijas del pueblo, antaño doncellas, que se eligen en la festividad de la Cruz de Mayo y que desfilan por el pueblo la mañana del día 24 de junio. Portan trajes blancos, mantillas bordadas y unos peculiares cestaños de mimbre en la cabeza, cubiertos de tela blanca, adornos florales y unas ramas cubiertas con pan cocido pintado con azafrán.

Fuente de los Tiñosos en San Pedro Manrique

Este manantial urbano, también llamado “de Los Legañosos” o “Soldevilla”, está ubicado en el centro de San Pedro Manrique, en una rambla que comienza justo detrás del edificio del ayuntamiento. Aunque está muy modificada, se cree que su construcción tiene orígenes medievales. Es conocida por sus aguas sulfuradas cálcicas frías, es decir, con alto contenido en azufre, que le confieren propiedades medicinales y terapéuticas. Tiene un aroma característico, que se podría asemejar al de los huevos podridos, debido al contenido de sulfuro de hidrógeno.

Era recomendado por los médicos para eccemas, alergias en la piel y prurito, lavándose la zona afectada varias veces al día durante el tiempo que fuera necesario. Otra alternativa en épocas pretéritas era beberla directamente como remedio contra problemas hepáticos o digestivos.

En el caso de la Fuente de los Tiñosos, estas aguas sulfurosas han sido valoradas por los habitantes locales durante generaciones, y muchos creen en sus efectos terapéuticos.

Manantial de Ontálvaro en Aldealcardo

Este manantial se sitúa en lo que fue hace más de un siglo el pueblo de Ontálvaro, ahora convertido en un despoblado. Perteneció primero a Aldealcardo y después a la Cuesta, y tenía una iglesia en honor a Santa Ana. Hoy, lo único que queda de Ontálvaro es esta fuente.

Estas aguas están catalogadas como mineromedicinales con alto contenido en azufre. El manantial se utilizaba de manera habitual para tratar dermatitis atópicas, eccemas, procesos alérgicos, acnés y otro tipo de enfermedades. Aquí se aplicaba tanto el agua como los lodos blancos que se encontraban en la surgencia, ya que se consideraba que estos producían efectos diuréticos y purgantes.

Hay constancia de que en los meses de verano llegaban bañistas procedentes de otras localidades sorianas y de la Rioja, que se alojaban en hospederías de Aldealcardo y Yanguas, para tomar el agua de este manantial o aplicarla de forma directa y local en la piel. En el siglo XIX se planteó un proyecto empresarial para explotar y construir una suerte de balneario a partir de estas aguas, aunque la iniciativa finalmente no prosperó. Hace algunos años se levantó una pequeña construcción que cobija el manantial.

Lavadero de Sarnago

Sarnago es todo un ejemplo para la comarca de Tierras Altas. Un pueblo que ha conseguido ser rescatado del abandono tras el fallecimiento en el año 1979 de su último vecino. A partir de entonces se creó la asociación Amigos de Sarnago con la finalidad de recuperar las construcciones singulares del pueblo y las tradiciones conservadas por sus vecinos. El lavadero, rehabilitado por esta asociación, es uno de los sitios más emblemáticos a visitar.

El Lavadero de Sarnago es una estructura de piedra con un techo sostenido por columnas, proporcionando un espacio cubierto donde las mujeres podían realizar sus tareas domésticas además de reunirse, charlar y compartir noticias. Es un buen ejemplo de la arquitectura rural de la zona y representa una parte importante de la historia y la cultura local. Hoy, sin embargo, su función es distinta, pues ha sido habilitado como biblioteca pública, un espacio para la cultura del que pueden hacer uso todas las personas que acudan o visiten la localidad para leer o tomar prestado un libro.

Muy cerca del lavadero se encuentra el Museo Etnográfico, ubicado en el antiguo Ayuntamiento, que servía también como escuela y casa del maestro. En las diferentes estancias se pueden observar multitud de utensilios, fotografías y elementos que nos transportan a un pasado no tan lejano y nos muestran la vida cotidiana de los antiguos vecinos de Sarnago.

Móndidas en Sarnago

Sarnago es uno de los cuatro pueblos de Tierras Altas que celebra la Fiesta de las Móndidas, recuperada aquí en el año 1982. Tiene lugar el 24 de agosto, aunque antiguamente era con motivo de la última luna de la primavera conmemorando la Trinidad.

Su origen es incierto, unos las vinculan con el mundo celtibérico, otros con las sacerdotisas romanas de la diosa Ceres, y otros a los tributos en forma de doncellas que los cristianos debían entregar a los musulmanes en época medieval. Estas tres mujeres, ataviadas de blanco, portan un característico cestaño en la cabeza, que en el caso de Sarnago es cónico, con cintas de colores y flores en la parte superior.

Las Móndidas son acompañadas por un mozo con un enorme ramo de arce adornado con flores, pañuelos y roscos. El día de la fiesta, por la mañana se celebra una procesión y una misa en el exterior de la iglesia de San Bartolomé, visita religiosa que se repite por la tarde para cantar la Salve, tras lo que se introduce el ramo mencionado por una ventana del antiguo consistorio.

Móndidas en Matasejún

Junto a Ventosa de San Pedro, Sarnago y San Pedro Manrique; Matasejún es una de las cuatro localidades de Tierras Altas que conserva la fiesta de las Móndidas, aunque en el pasado fue una celebración común a muchos pueblos de la zona.

El año 2001 Matasejún recuperó esta tradición que cada año celebra el 16 de agosto, aunque antaño estaba vinculada al Día de la Trinidad, que a su vez es el domingo más cercano a la última luna llena de la primavera, un dato muy relevante que nos indica sus orígenes paganos, aunque no sepamos con exactitud su auténtica génesis.

Tanto las Móndidas como el mozo que las acompaña participan en una procesión desde la iglesia de Santo Domingo de Silos hasta la ermita de San Roque, donde asisten juntos a una misa.

Móndidas en Ventosa de San Pedro

Otra de las localidades en las que aún se conserva la Fiesta de las Móndidas es Ventosa de San Pedro. Recuperada por sus vecinos en el año 1995, no se conocen realmente sus orígenes, pero es muy probable que tenga una génesis pagana vinculada a la fertilidad de los campos y la primavera.

Dado el pequeño número de vecinos que viven durante el invierno, esta fiesta se ha trasladado al verano, concretamente al 15 de agosto, cuando aumenta la población. Este día, a las 6 de la tarde, las Móndidas y el mozo que las acompaña se concentran en la plaza y, tras colocar los originales cestos a las tres muchachas, se dirigen a la iglesia, portando la imagen de la Trinidad en honor a la fecha en la que originariamente se celebraba esta tradición.

Horno de Los Campos

El Horno de los Campos es un horno tradicional de panadería que ha sido utilizado por generaciones para hornear pan y otros productos. Estos hornos suelen ser construcciones de piedra o ladrillo, con una cámara de cocción donde se colocan los productos a hornear y una chimenea para evacuar el humo.

Estos hornos tradicionales eran una parte vital de la vida de las comunidades rurales, ya que proporcionaban un medio para hornear pan de forma comunitaria. Los residentes locales solían llevar sus ingredientes al horno y hornear sus productos allí, lo que fomentaba la colaboración y el intercambio entre vecinos.

Aunque muchos pueblos han dejado de utilizar hornos como este en favor de panaderías comerciales modernas, el Horno de los Campos ha sido preservado como un testimonio del patrimonio cultural e histórico de la zona. Puede utilizarse en ocasiones especiales o eventos comunitarios para hornear pan de manera tradicional, y también como una atracción turística para mostrar cómo era la vida en el pasado en San Pedro Manrique y en la región en general.

Horno de Valloria

El horno de Valloria, igual que el de Los Campos, se ha preservado como un testimonio del patrimonio cultural, etnográfico e histórico de la comarca. Recientemente restaurado, puede visitarse y se utiliza en ocasiones especiales para volver a cocinar repostería tradicional.

También en el pueblo de Valloria se puede encontrar el Museo del Juego Tradicional de Tierras Altas, que se ubica en las antiguas escuelas del pueblo. Se pueden observar decenas de juguetes y juegos tradicionales que formaron parte de la infancia de los vecinos más veteranos del pueblo, y que los más jóvenes probablemente tengan dificultades para reconocer. Hablamos de calvas, hinques, diábolos, tanguillas, bolos, ranas, aros o peonzas.

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Siguiendo el paso de las tumbas romanas

Rutas

Son muchos los monumentos históricos de Tierras Altas en los que pueden encontrarse estelas funerarias romanas de gran interés arqueológico. En esta comarca, habitada por los celtíberos en época prerrománica, existió una importante presencia romana tal y como atestiguan estos objetos que han sido conservados en nuestros numerosos templos religiosos. Una combinación de elementos romanos y medievales que puedes presenciar con tus propios ojos.

Ermita de Valdeyuso en Vizmanos

Entre los pueblos de Vizmanos y Ledrado se ubica este templo, conocido también como Ermita de la Virgen de Val de Ayuso, un lugar de peregrinación y devoción, donde los fieles acuden para rezar, hacer ofrendas y buscar protección espiritual. Además de su significado religioso, la Ermita también es apreciada por su belleza natural y el enclave donde se encuentra, razón que la convierte en un destino popular tanto para los habitantes locales como para visitantes.

Es un modesto edificio de mampostería que estuvo en ruinas hasta su reciente restauración, impulsada por los párrocos y con la ayuda de voluntarios. Consta de una nave única, con una espadaña reconstruida, entrada en el lado sur y una cabecera con ábside semicircular. En el interior el arco que separa la nave del presbiterio, está adornado con pinturas del final del siglo dieciocho o principios del diecinueve.

Cuenta con dos estelas romanas en su interior, con inscripciones de gran interés histórico y arqueológico. Una dedicada a Aemilius Maternus, ubicada en un banco corrido y que cuenta con dos bustos y un toro grabados además del texto recordando al difunto. La otra estela se encuentra en el umbral de entrada y está dedicada a Antestia Serana. También tiene doble decoración, con un texto y elementos figurativos.

Fuente de Vizmanos e Iglesia de San Martín

A las afueras del pueblo de Vizmanos, pero perfectamente accesible tras un breve paseo desde el centro, se encuentra la iglesia románica de San Martín. Es un edificio religioso del siglo doce que destaca por su sencillez y la sobriedad características de la época en que se construyó. Presenta una planta rectangular y una única nave, con un ábside semicircular en la cabecera. Su estructura está construida principalmente con mampostería, aunque se pueden apreciar algunos sillares en las esquinas y en los vanos.

Uno de los elementos más característicos de la iglesia es su torre campanario, de planta cuadrada y rematada por una cubierta a cuatro aguas, que es un punto de referencia en el paisaje de Vizmanos. Posee también una estela romana, un ejemplo más de la rica herencia funeraria dejada por nuestros antepasados.

A pocos metros, en el interior del pueblo, encontramos también la fuente de Vizmanos, un lugar de gran importancia histórica y cultural en la localidad. Además de abastecer de agua a la comunidad durante generaciones, alberga en su entorno dos estelas romanas con inscripciones en latín. La primera de ellas está dedicada a Aemilius Maternus, con una cabeza grabada en la parte superior y un texto en la inferior. La otra estela no contiene el nombre de a quien fue dedicada, pero si su edad y un bóvido.

Iglesia de Valloria

En este pequeño pueblo al sur de Vizmanos, en el valle del río Cidacos, se ubica este templo parroquial consagrado a Santo Tomás. Es una construcción modesta, de estilo moderno, con sacristía de 1776. Está levantada en mampostería y fue sometida a una reforma en 1998.

Posee una única nave con techo de madera, cabecera cuadrada y una entrada abierta en el muro sur, resguardada por un pórtico. El elemento más destacable es la estela romana dedicada a Sempronia Flava, datada del siglo dos e incorporada en la jamba izquierda de la entrada.  Cuenta con los elementos característicos de estas estelas encontradas en distintos puntos de la comarca: un texto dedicado al difunto y elementos figurativos, como una cabeza y un bóvido.

Los únicos vestigios de su pasado románico se evidencian en las dos impostas reutilizadas en la construcción de la espadaña y en una hermosa pila bautismal conservada en el fondo de la nave. Este elemento, hecho de arenisca, presenta una forma troncocónica y aún exhibe una decoración exquisita con redecilla en forma de rombo y arquillos de medio punto.

Iglesia de Las Aldehuelas

A medio camino entre los dos barrios que conforman el pueblo de Las Aldehuelas se encuentra la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Socorro. Desde el barrio principal se puede acceder a la misma a través de un breve paseo de 200 metros que comienza en la parte baja, cerca del río Cidacos. Desde la zona de Barriobajeros, la distancia es similar, con la salvedad de que debe cruzarse la carretera que discurre por la zona.

Construida en el siglo dieciocho, la iglesia ha sido mantenida en buen estado a lo largo de los años, lo que permite a los visitantes apreciar su belleza y esplendor originales. Junto a la entrada se encuentra el ara romana dedicada a las Ninfas, reutilizada como pila de agua bendita.

Colocada de manera invertida, resulta curioso que un elemento dedicado a estas deidades menores asociadas al agua, a la vida alegre, a la poesía y a la danza, sea ahora recipiente para el agua bendecida con la que se persignan los feligreses. Otro de los tesoros que alberga esta iglesia es la talla policromada de la Virgen del Sepulcro, de estilo románico tardío.

Iglesia de Palacio de San Pedro

En este pueblo cercano a San Pedro Manrique encontramos la iglesia parroquial de San Bartolomé. Destaca por su imponente espadaña, que alberga dos campanas fundidas en 1914 y 1921, cuyos sonidos aún marcan los acontecimientos de la vida comunitaria.

En su interior, encontramos elementos simbólicos que representan la sacralidad y la tradición religiosa, un baptisterio con su pila bautismal y un altar romano invertido que se usa como pila de agua bendita. Este elemento está dedicado por Cornelius Celsus y Cassi Materna a las Matres, divinidad femenina triplicada que se encarga de la protección de la salud, de la fecundidad humana y la fertilidad de la tierra.

El retablo del altar mayor, dedicado a San Bartolomé, preside el espacio sagrado, acompañado por dos peanas que albergan imágenes de santos venerados por la comunidad. En el lado del Evangelio, un retablo del año 1625 muestra la imagen de Cristo Crucificado y la Virgen en oración, flanqueada por lienzos de santos. El interior cuenta con un retablo decorado con los escudos de los patronos, la familia Valdeosera, quienes financiaron la construcción y decoración de la capilla.

Fuente de Navabellida

También en la órbita de San Pedro Manrique, a menos de diez minutos en coche, nos encontramos con la pequeña localidad de Navabellida. Este pueblo cuenta con una fuente que representa uno de los ejemplos más notables de epigrafía romana en piedra de la comarca.

En ella podemos observar una estela de forma alargada y que está dedicada en primer lugar a Antestia Onse, produciendo el hecho curioso y poco común de que sea una mujer la que encabeza la inscripción. También aparece Emilio Serano, quizás su marido.

Se trata de un elemento de gran importancia histórica y cultural que nos permite tener acceso a la identidad de estas mujeres y hombres que vivieron en Tierras Altas hace dos mil años, gentes indígenas que se incorporaban poco a poco a la cultura romana.

Ermita de la Virgen de la Peña

En San Pedro Manrique, el núcleo poblacional más importante de Tierras Altas, se encuentra la que fue una de las cuatro parroquias con las que contaba antiguamente el municipio, pero el paso del tiempo llevó a su derrumbe en el pasado siglo. Tras su completa restauración, cuenta con un cimborrio octogonal y su característica fábrica de mampostería de piedra.

Se trata de un edificio muy especial y representativo, ya que a sus pies se localiza el recinto en el que se celebra una de las fiestas más importantes de la provincia de Soria: el Paso del Fuego. Un espectacular rito en el que devotos sanpedranos cruzan descalzos una alfombra de brasas en la noche de San Juán.

Esta ermita también alberga la misa del día de las Móndidas, durante la que estas tres mujeres, emulando rituales que posiblemente se remontan a época romana, hacen la ofrenda de los arbujuelos o cestos adornados con flores y varitas de harina y azafrán que llevan en la cabeza.

En el muro sur se encuentra integrada una estela funeraria de época romana en la que Sempronia Titulla pedía por su difunta hija Antestia Titulla a los dioses Manes. Al igual que en las fiestas referidas, estas inscripciones demuestran que los elementos paganos y las creencias cristianas se funden a la perfección.

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Un verano de noches mágicas

Tierras Altas es el lugar ideal para pasar el verano por dos motivos muy claros: la altitud de la sierra da lugar a temperaturas más templadas y agradables, mientras que la ausencia de contaminación ambiental y lumínica permite observar el cielo estrellado como en ningún otro lugar de la península. ¿Qué más necesitas?

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