El patrimonio histórico de Tierras Altas va más allá de palacios y castillos. Siglos dedicados a la agricultura, trashumancia y otros oficios rurales que han llegado a nuestros días a través de la cultura popular.
Hay lugares que no mueren cuando su utilidad práctica desaparece. En Tierras Altas puedes visitar antiguos molinos, hornos o fraguas que fueron lugares de reunión indispensables para la vida social de la comarca y hoy sobreviven como exponentes de la cultura y arquitectura popular.
La arquitectura tradicional de Tierras Altas destaca por sus características casas serranas. Se trata de viviendas de mampostería, con pequeños ventanales y en ocasiones blasonadas, que se suceden a lo largo de estrechas calles empinadas. Castilfrío de la Sierra y Estepa de San Juan, por ejemplo, son destinos inmejorables para conocer estas casas de piedra que aún se conservan en perfectas condiciones.
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El sector de la apicultura también ha tenido un protagonismo destacado en Tierras Altas. En la actualidad ha caído en desuso debido a su escasa rentabilidad económica, pero gracias al esfuerzo de las instituciones regionales y de la Asociación para la Recuperación de Antiguos Colmenares se está realizando un trabajo de conservación y restauración para el desarrollo de actividades de carácter didáctico y etnográfico en torno a los colmenares.
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En muchos pueblos de Tierras Altas existía hace décadas un espacio donde el herrero local arreglaba o ponía a punto los numerosos aperos que utilizaban campesinos y ganaderos en el día a día. Si el lavadero era habitualmente el lugar de reunión de las mujeres, la fragua servía en muchas ocasiones como lugar de reunión para los hombres.
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Una de las significativas riquezas patrimoniales de Tierras Altas son sus hornos comunales, donde los vecinos se reunían a menudo para cocinar los postres tradicionales de la zona. Estos edificios tenían el fin práctico de cocer pan y postres, aunque con el tiempo se convirtieron en espacios de reunión vecinal de gran importancia para la vida social de los pueblos.
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Se construyeron para que las mujeres de la comarca, que se encargaban en el pasado de estas tareas, no tuviesen que acudir a riachuelos o manantiales a lavar la ropa. Igual que los hornos, se convirtieron rápidamente en espacios de reunión que cumplían la función de mentideros. Algunos lavaderos se han rehabilitado y se utilizan para otros fines, como ocurre en el pueblo de Sarnago, donde ha sido convertido en biblioteca.
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Durante siglos se han utilizado estos edificios para realizar tareas tan importantes para la vida de los vecinos de Tierras Altas como moler trigo y cereales, alimentos esenciales para personas y animales. El número de molinos dependía de la población y sus necesidades, y aunque ninguno sigue en funcionamiento aún pueden visitarse en pueblos como Oncala, El Collado o San Pedro Manrique, junto a la orilla del río Linares.
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Un gran ejemplo de la arquitectura tradicional de Tierras Altas. La comarca se encuentra bañada por multitud de ríos, como el Alhama, el Cidacos o el Linares, que incluso dividen pueblos en diferentes núcleos de población. Muchos de estos puentes son de origen medieval, aunque el origen de algunos de ellos se remonta a la época romana.
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Muchos espacios de gran valor histórico y cultural han sido rehabilitados recientemente para ser utilizados como bibliotecas, museos o centros de interpretación. Disfruta de su nueva vida y contribuye a crear las historias que se contarán en las próximas décadas.