Durante siglos, Tierras Altas ha sido un lugar de tránsito principal entre el reino de Castilla y sus vecinos de Aragón y Navarra, además de un centro importante de riqueza y comercio durante los años de la Mesta. Como tal, han sido muchos los castillos, fortalezas e incluso iglesias fortificadas que se han repartido por la comarca y que aún hoy en día pueden visitarse. Estos son los más destacados:
Castillo de Magaña
El castillo de Magaña, o castillo de la Nava del Marqués, es uno de los más destacados castillos señoriales del siglo XV en la provincia de Soria. Se encuentra situado en lo alto de un cerro, en la confluencia del río Montes con el río Alhama. De hecho, en el pasado fue un punto clave en la defensa del valle del Alhama, uno de los accesos naturales desde los reinos de Navarra y Aragón hacia Castilla.
Al castillo se accede por un camino que asciende desde el pueblo y se adapta al terreno escarpado. Desde la Iglesia de San Martín de Tours, se trata de un camino de aproximadamente tres minutos de duración y adecuadamente señalizado. La fortaleza cuenta con un doble recinto: en el recinto exterior se pueden observar siete cubos distribuidos para reforzar los muros. La entrada, hoy desaparecida, se realizaba por el lado norte. En el recinto interior, a mayor altitud, destaca la torre del homenaje, cuyo acceso se realizaba desde el adarve. En el centro del patio de armas, se localiza un aljibe. Aún contaba con un tercer recinto que no ha llegado hasta nuestros días, que se extendía por la parte baja del cerro.
A escasos 300 metros del castillo, a las afueras del pueblo y bajando por la Ermita de Nuestra Señora de Barruso, se encuentra el recientemente restaurado Puente de Barruso Antiguo o Puente medieval de Magaña. Está realizado en mampostería y destaca especialmente su pavimento, con un empedrado original en el que aún se aprecian marcas del paso de carros. La estampa del puente medieval, con el castillo al fondo, nos ofrece una hermosa imagen de Magaña.
Iglesia de San Pedro en Cerbón
La Iglesia románica de San Pedro Apóstol ubicada en Cerbón, a ocho kilómetros de Magaña, es un curioso ejemplo del románico rural soriano, destacando por la originalidad de su planta de dos naves. Se encuentra a las afueras del pueblo de Cerbón, a la izquierda de la carretera que separa este pueblo y el de Fuentes de Magaña.
Construida en mampostería, la entrada se abre al sur, con una portada de triple arquivolta y apoyada en columnas pareadas con capiteles decorados. La cornisa del cuerpo principal y de los dos ábsides está decorada con canecillos y a los pies se levanta una sólida torre posiblemente ampliada años después de su construcción.
No obstante, el elemento realmente excepcional de este edificio es la composición de su planta, con dos naves cubiertas con bóvedas de cañón apuntado y separadas por dos grandes arcos formeros en el centro, rematadas por sendas cabeceras semicirculares con bóveda de horno. Posteriormente se añadieron al edificio una sacristía y una capilla gótica en el lado norte.
Iglesia de Nuestra Señora del Collado en Valtajeros
En la entrada al pueblo de Valtajeros se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora del Collado. Tras un desvío de cuatro kilómetros de la carretera principal que une Magaña y San Pedro Manrique, a la altura del despoblado de Torretarrancho, nos topamos con esta iglesia-castillo de características muy especiales.
Pese a que no se conoce la fecha exacta de su construcción, sus características arquitectónicas sugieren finales del siglo XII. Su aspecto exterior, más propio de una fortaleza que de un templo, se debe a su emplazamiento en una zona de frontera en un periodo de inestabilidad y la necesidad, por tanto, de contar con un edificio defensivo.
Está construido con sólida mampostería, y cuenta con un muro almenado que se eleva por encima de la cornisa, excepto en el lado sur, donde se alza una espadaña posiblemente más moderna. Se puede observar un camino de ronda en la parte superior con acceso al matacán aspillerado sobre la puerta de acceso al templo y desagües que canalizan el agua de la cubierta de doble vertiente.
Tiene una única nave, cubierta con bóveda de cañón apuntado cuyos arcos se apoyan en ménsulas con forma de prisma. En el tercer tramo de la nave, al sur, encontramos una capilla cuadrada gótica, decorada con pinturas murales del siglo XVIII, y al norte de la cabecera vemos una sacristía rectangular. La puerta de acceso conserva dos arquivoltas de medio punto.
Ruinas de San Pedro el Viejo
Situada a unos dos kilómetros al sur de San Pedro Manrique, en una elevación que domina el paisaje, se encuentran las ruinas de San Pedro el Viejo, a las que se puede acceder a pie por un camino tendido de aproximadamente 400 metros. El origen de este monasterio es objeto de debate. Históricamente se ha vinculado su construcción a la Orden Militar del Temple, aunque investigaciones recientes han cuestionado esta afirmación.
Los vestigios visibles aún dan testimonio del esplendor de la antigua estructura. La iglesia románica data de la segunda mitad del siglo XII y se puede observar que tenía planta basilical y tres naves. Fue construida en sillarejo y exhibía un aspecto más propio de una fortaleza que de un templo.
Las naves están cubiertas por bóvedas de cañón, la del Evangelio tiene cabecera cuadrada y la de la Epístola alberga la torre. En el presbiterio, ubicado en la cabecera de la nave central, aún puede distinguirse trazos de pinturas murales tardogóticas o renacentistas. La portada, actualmente desaparecida, estaba situada en el muro sur de la nave y el ábside también tiene marcas de expolio de sillares y columnas. La torre, antaño campanario, conserva dos vanos en cada una de sus caras.
Una parte importante del legado de San Pedro el Viejo se conserva en el Museo Frederic Marès de Barcelona, incluyendo una talla de la Virgen con el Niño. A pesar del deterioro, las ruinas desafían el tiempo desde su ubicación privilegiada, recordando la importancia histórica del lugar.
Castillo de San Pedro Manrique
A las afueras de San Pedro Manrique, más allá del recinto del Paso del Fuego y de la ermita de la Virgen de la Peña, se encuentra el castillo de San Pedro Manrique, otro de los antiguos baluartes defensivos entre Castilla y los reinos de Navarra y Aragón. El paseo desde el pueblo hasta las ruinas de este castillo merece enormemente el esfuerzo, principalmente por las espléndidas vistas de San Pedro Manrique y de buena parte del valle del río Linares que se obtienen desde la fortaleza.
Actualmente podemos observar dos torres que aún conservan algunos matacanes que flanquean el acceso al recinto, del que solo queda el muro norte. También se conserva un arco en una antepuerta en ángulo recto con las torres. Los muros son de mampostería, destacando los sillares de caliza en las esquinas y ventanas saeteras.
En la ladera podemos ver restos del recinto fortificado exterior que baja hacia el pueblo, donde se conservan tres de las cuatro puertas por las que se accedía a la localidad. Como en otros castillos, su cese de actividad como residencia nobiliaria y el paso del tiempo llevaron a su ruina inevitable, acentuándose esta a lo largo del siglo XX.
Puertas de la muralla de San Pedro Manrique
De la primitiva muralla del siglo XV que protegía la villa de San Pedro Manrique tan solo quedan restos puntuales, algunos ocultos ser parte de los muros de algunas viviendas. De las cuatro puertas por las que se entraba y salía del recinto, hoy solo quedan en pie tres. Además de ser elemento defensivo, estas puertas servían para cobrar impuestos por acceder a la villa, lo que se conocía como Portazgo. Además, se cerraban ante la llegada del enemigo o durante las epidemias para evitar su propagación.
En el lado oeste del pueblo se encuentra el arco de San Miguel, que recibe su nombre al encontrarse cerca de la iglesia del mismo nombre, actualmente en ruinas. Esta construida en recio sillarejo, casi sillar por el tamaño de algunas de las piedras. El arco de entrada esta ligeramente apuntado. Como curiosidad, aquí grabó José Luís Cuerda la escena del funeral en su película Total. El hijo del narrador fallece y el séquito funerario sale por aquí de la localidad dirección al cementerio.
Unos metros más abajo del Arco de San Miguel encontramos la Puerta de la Rochela, cuyo nombre puede tener relación con el puerto de la Rochelle, en Francia, pues históricamente era uno de los destinos de la lana merina producida en esta comarca durante la época de la Mesta, en la que el comercio con Europa creció de manera exponencial.
Por último, en la parte más alta del pueblo, cerca del cementerio, se encuentra la última de estas tres puertas, conocida como la Puerta de la Muralla. Es la más cercana al castillo y es uno de los accesos principales que permitían la entrada a la villa amurallada en tiempos medievales. Su presencia es un testimonio tangible del pasado medieval de la localidad y su importancia como punto estratégico en la comarca.
Castillo de Yanguas
En un promontorio entre dos arroyos, en la parte alta de la villa de Yanguas, se erige este castillo que, como el resto de fortificaciones de Tierras Altas, protegía la entrada a Castilla por el valle del Cidacos desde los reinos de Navarra y Aragón. Se encuentra perfectamente integrado en el pueblo, de hecho, puede divisarse incluso desde la Oficina de Turismo.
Se construyó en el siglo XIV por los Condes de Aguilar cuando la villa les fue cedida por el rey Enrique segundo de Castilla. Fue residencia de los distintos titulares hasta que en el siglo XVII dejó de ser usado como palacio. Sufrió un fuerte incendio durante la Guerra de la Independencia que destruyó sus estructuras internas, pero fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1949.
Su tipología es de castillo-palacio y está construido con técnica de tapial de tradición musulmana, un encofrado de piedra, argamasa y cal. Conserva el recinto interior rematado de almenas y flanqueado por cuatro torreones. El primero en construirse sería el noreste, de mayor tamaño, funcionando como Torre del Homenaje, dividido en varias plantas, la primera destinada a salón con chimenea. La plaza de armas estaba rodeada de columnas. Rodea el conjunto una cerca también de tapial de menor altura.
A estas defensas se unirían las de la muralla urbana de la villa, de la que se conservan dos puertas: la Puerta del Río, ubicada en el acceso sur, y la Puerta de la Villa, en el norte. Ambas se utilizaban durante la Mesta como punto de inicio para los largos viajes a Extremadura y otras zonas tan características de la trashumancia.
Torre románica y puente medieval de Yanguas
En el norte de Yanguas, a apenas medio kilómetro del núcleo de la villa, se encuentra el puente medieval, también conocido como ‘Puente romano’ o ‘Puente de Santa María’ por su cercanía a una iglesia del mismo nombre. Se puede observar fácilmente desde la carretera que da acceso al pueblo y junto a esta construcción se encuentra un lavadero que data del siglo XVIII, restaurado recientemente. Además, una agradable senda paralela al río permite ver el puente por su parte interna.
Tiene nueve metros de alto y 56 de largo, fabricado en mampostería con sillares reforzando las dovelas del amplio arco de medio punto y los pretiles. Como la mayor parte de puentes medievales, tiene ese característico perfil de lomo de asno y se usaría como punto para contar el ganado al pasar por su estrecho recorrido. No se sabe con exactitud la fecha de construcción del puente, algunos afirman que se construyó entre el siglo XII y XIII, mientras que otros sostienen el origen romano de sus cimientos o incluso de la totalidad de su estructura.
A escasos 200 metros del puente y tras la iglesia de Santa María encontramos la Torre de San Miguel, último vestigio de la iglesia románica de San Miguel de Yanguas, derruida en el siglo XIX. de estilo pirenaico-lombardo, esta torre domina la villa desde su posición elevada y su construcción, según una inscripción que aún puede observarse, data del año 1146.
Tiene planta cuadrada, es de sólido sillarejo de piedra con refuerzo de sillares en las esquinas. Cuenta con un pasaje con arcos de medio punto en la parte baja que conduciría a la nave de la iglesia. Los cuerpos superiores de la torre presentan un primer piso de arcos ciegos, otro compuesto por un solo vano y el superior por dos arcos apoyados en una columna central con capiteles decorativos. Se remata con tejado a cuatro aguas con canecillos en la cornisa.