El enorme impacto que la trashumancia ha tenido en Tierras Altas podemos observarlo en los libros de historia, en los relatos orales que nacen de los vecinos de la comarca o en tradiciones antiquísimas que aún se mantienen. Sin embargo, para trasladarnos a la época de la Mesta con exactitud y fidelidad podemos recurrir a la arquitectura. Construcciones que han llegado hasta nuestros días, algunas en perfectas condiciones, y que a través de sus muros, tejas y elementos decorativos nos hablan de tiempos de riqueza y paz social, pero también de trabajo duro y sacrificio. Son muchos los pueblos de Tierras Altas en los que la época de la Mesta ha dejado un recuerdo imborrable:
Casas blasonadas, ranchos y corrales de Oncala
La historia de Oncala, como no podía ser de otra manera, va ligada a la de su pasado trashumante. Miles de ovejas merinas han realizado desde hace siglos su largo viaje estacional desde los pastos que rodean la localidad hasta las dehesas del sur de la península. Esta herencia tiene su reflejo en el paisaje, acondicionado a lo largo del tiempo para el ganado, y en la arquitectura, con casas serranas blasonadas, que dan al conjunto de la localidad un aspecto señorial. Un ejemplo muy característico es el de la Casa de los Ximénez, ubicada en la calle Real de Oncala, cuyo representante más célebre es Juan Ximénez, que llegó a ser obispo de Segovia y arzobispo de Valencia.
Entre las construcciones legadas del pasado pastoril de Oncala encontramos también ranchos y corrales. Estos complejos estaban diseñados para proporcionar comodidad y protección, tanto para los animales como para los pastores. Servían como lugares de descanso y resguardo para los animales y personas durante su trayecto entre las zonas de pastoreo de verano y las de invierno. Igualmente permitían custodiar los corderos recién nacidos, realizar las labores de esquileo, curas, marcaje, desparasitación, conteo…
Uno de los pocos ejemplos de estas construcciones que ha llegado a nuestros días es El Corralón. Aquí esperaban miles de ovejas la salida hacia tierras del sur. Se utilizó por última vez en el año 2000.
Cañada Real Soriana Oriental
Un impulso muy importante a la trashumancia llegó con la regularización en el siglo XIII de las redes de vías pecuarias, naciendo las Cañadas Reales con unas dimensiones concretas y unos derechos de uso que aún hoy se mantienen. Uno de esos itinerarios principales por los que desde hace siglos miles de ovejas merinas realizan esta tradición nómada es la Cañada Real Soriana Oriental, que tiene más de 800 kilómetros de longitud. Se extiende desde los pueblos riojanos de Munilla, Enciso y Monte Real y las Tierras Altas de Soria, hasta los pastizales del valle de Alcudia (Ciudad Real) y los Pedroches (Córdoba).
La Cañada Real Soriana Oriental recorre la cuerda de los Montes Claros y la Sierra de Alba uniéndose a esta arteria principal otras vías pecuarias menores como cordeles y veredas procedentes de los diferentes valles, configurando una extensa red de caminos para el ganado. Las cañadas atesoran un gran valor histórico, social, natural y cultural. constituyen auténticos corredores verdes con efectos positivos contrastados sobre la diversidad biológica y han contribuido a transmitir conocimientos, elementos culturales y unir pueblos de características diferentes a lo largo de siglos.
Casas de merineros en Los Campos
Entre Oncala y Valloria, en la cabecera del río Cidacos, se encuentra el pueblo de Los Campos, una de las localidades más vinculadas a la trashumancia en la comarca de Tierras Altas. Todos los años, al llegar los primeros fríos, buena parte de los hombres del pueblo partían con los rebaños de ovejas merinas a pasar todo el invierno en las dehesas del sur de España.
Las casas merineras eran construcciones modestas, adaptadas al entorno natural y a las necesidades específicas del trabajo pastoril. Estaban construidas con materiales locales, piedra y madera básicamente, y tenían un diseño funcional que facilitaba la vida en el campo. Un espacio exterior para resguardo del ganado, otro inferior para almacenaje de las herramientas, que en ocasiones incluía un horno para pan, y una zona, normalmente la planta superior, destinada a la vivienda. Las casas de pastores merineros eran lugares de encuentro y descanso para los pastores y sus familias, y desempeñaban un papel fundamental en la economía y la cultura de Tierras Altas.
Casa de merineros – Valloria
A los pies de la sierra de Montes Claros se encuentra el pueblo de Valloria, rodeado de pastos que la mano del pastor ha ido modelando a lo largo de los siglos y atravesado por el arroyo de Hoyas Condesas. Sus casas de merineros nos ofrecen una bella estampa de pueblo mesteño serrano.
Al igual que en Los Campos, en Valloria hablamos de construcciones modestas con muros de carga de mampostería de la típica piedra pizarrosa de la comarca, tejados inicialmente con lajas también de piedra que con el tiempo fueron sustituidos por teja.
También solían disponer de un característico corralón para el ganado en la parte delantera y estaban adaptadas al entorno natural y a las necesidades específicas del trabajo pastoril. Aunque muchas de estas casas están actualmente en ruina, algunas aún conservan suficientes elementos que se muestran como testigos de este estilo de vida tradicional.
Casas blasonadas – Ledrado
Entre Valloria y Vizmanos se encuentra el pueblo de Ledrado, ubicado en una situación privilegiada: a 1.310 metros de altura, con hermosas vistas del valle del Alto Cidacos y rodeada de pastizales y bosquetes de roble. Las casas blasonadas de este pueblo son un conjunto arquitectónico de gran interés histórico y cultural. Estos edificios, en su mayoría construidos entre los siglos XVI y XVIII, pueden llegar a ser de considerables dimensiones. Reflejan la prosperidad que proporcionó la actividad ganadera trashumante y especialmente la lana a sus propietarios, permitiendo a muchos de ellos acceder a títulos nobiliarios.
Los blasones que decoran las fachadas son escudos heráldicos que muestran los símbolos y emblemas de estas familias, y en ocasiones incluyen inscripciones o lemas que identifican a célebres linajes de la comarca. Algunos eran tallados in situ, pero otros eran ejecutados en otros lugares y transportados después hasta aquí.
Además de los escudos, hay que destacar de estas casas serranas de ganaderos el trabajo esmerado de la piedra, con muros de mampostería y algunos sillares en esquinas y dinteles de puertas y ventanas y elementos decorativos como balcones de hierro forjado o ventanas enrejadas.
Casa blasonada – Vizmanos
El pueblo de Vizmanos, en el corazón del valle del Alto Cidacos, posee un conjunto arquitectónico en el que destacan las casas blasonadas de la familia Duro. Además de las grandes dimensiones de estas construcciones en comparación con el resto de viviendas, destacan en sus fachadas los blasones o escudos identificativos de la familia. En el caso de la familia Duro, los cuarteles o divisiones de estos emblemas en piedra muestran estrellas, picas y cruces de Santiago.
Hoy podemos contemplar estos ejemplos de arquitectura serrana como elementos tangibles de ese esplendor pasado y la intensa actividad ganadera, especialmente intensa en estas zonas de pastos y dehesas que rodean la localidad de Vizmanos.
Casas blasonadas – Santa Cecilia
En el norte de Tierras Altas se encuentra a pequeña localidad de Santa Cecilia, dividida en dos barrios por el barranco del Plantío. Es un pueblo con un presente modesto y un futuro incierto, pero muestra orgulloso un pasado lleno de esplendor y prosperidad.
En el siglo XVIII, cerca de 19.000 ovejas merinas pastaban en verano en el entorno de esta aldea. Buena parte de estas pertenecían a la familia Del Valle, que era miembro destacado del Honrado Concejo de la Mesta. Las casas blasonadas en Santa Cecilia son un elemento distintivo del patrimonio arquitectónico de la localidad y reflejan la historia y la herencia cultural de la comarca de Tierras Altas.
Las casas blasonadas de Santa Cecilia cuentan con gruesos muros de piedra con elementos de cantería en esquinas y vanos y también están desarrolladas en dos plantas. La inferior tiene históricamente un uso auxiliar y la superior está destinada a habitaciones. Una cubierta mixta de losa y teja y elementos decorativos como balcones de hierro forjado y ventanas enrejadas configuran el típico estilo arquitectónico serrano.
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