Un recorrido por el arte románico de Tierras Altas

Patrimonio

A mediados del siglo XI, Fernando I consiguió unir los destinos del reino de León y el recientemente creado reino de Castilla. Esta decisión política provocó innumerables consecuencias y una de ellas fue el inicio de la proliferación de la arquitectura románica en el territorio, potenciada por la influencia del Camino de Santiago en el norte del reino y por mecenas provenientes del clero y la nobleza de la zona.

En la comarca de Tierras Altas, históricamente más volcada hacia la vecina Rioja por cuestiones orográficas, los ejemplos más significativos son del románico tardío, pero la presencia de este estilo arquitectónico es nutrida y constituye un reclamo turístico de gran importancia para los amantes de la historia y la arquitectura. La mayoría de estas construcciones son de carácter humilde, pero extremadamente singulares, debido a la rareza de su composición o los elementos empleados en su construcción.

Iglesia de Nuestra Señora del Collado (Valtajeros)
Este templo llama la atención a simple vista por su aspecto exterior de fortaleza defensiva, con muros coronados por almenas y atravesados por aspilleras. Junto al castillo de Turégano (Segovia), se trata del único ejemplo de fusión entre iglesia y fortaleza que existe en España. Sin embargo, existen dudas sobre la razón de ser de esta edificación, ya que la altura y grosor de sus muros, de aproximadamente un metro en su base, no la dotan de la solidez propia de una construcción defensiva de la época. Solo podrás explorar este misterio visitando en persona Nuestra Señora del Collado, a poco más de 40 minutos en coche de la capital soriana.

Iglesia de San Pedro (Cerbón)
Igual que el templo de Valtajeros, la singularidad de la iglesia de San Pedro de Cerbón radica en su estructura, aunque en este caso por motivos completamente diferentes. Este templo consta de dos naves de la misma longitud con dos bóvedas paralelas separadas entre sí, con el añadido de que en el exterior se mantienen los dos ábsides gemelos con ventanas en aspillera. Tres arcos sustentan las bóvedas, que descansan sobre la clave del gran arco divisorio, y solo admirando su interior se puede entender la complejidad y excepcionalidad de este exponente del románico tardío.

Además de estos dos ejemplos significativos, la huella románica de Tierras Altas pervive en lugares como la torre de Yanguas, los restos de la iglesia de San Martín en San Pedro Manrique, la ermita de la Virgen de Valdeavellano de Vizmanos, las ruinas de Rabanera en Ventosa de San Pedro, la Natividad de Castillejo de San Pedro, las pilas bautismales de Oncala, Villartoso, Valloria o Diustes… Un repertorio completo y abierto al público los 365 días del año, preparado para acoger a todos aquellos que deseen explorar un preciado legado histórico que no puede pasar desapercibido.

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La trashumancia es el alma de Tierras Altas

Rutas

El enorme impacto que la trashumancia ha tenido en Tierras Altas podemos observarlo en los libros de historia, en los relatos orales que nacen de los vecinos de la comarca o en tradiciones antiquísimas que aún se mantienen. Sin embargo, para trasladarnos a la época de la Mesta con exactitud y fidelidad podemos recurrir a la arquitectura. Construcciones que han llegado hasta nuestros días, algunas en perfectas condiciones, y que a través de sus muros, tejas y elementos decorativos nos hablan de tiempos de riqueza y paz social, pero también de trabajo duro y sacrificio. Son muchos los pueblos de Tierras Altas en los que la época de la Mesta ha dejado un recuerdo imborrable:

Casas blasonadas, ranchos y corrales de Oncala

La historia de Oncala, como no podía ser de otra manera, va ligada a la de su pasado trashumante. Miles de ovejas merinas han realizado desde hace siglos su largo viaje estacional desde los pastos que rodean la localidad hasta las dehesas del sur de la península. Esta herencia tiene su reflejo en el paisaje, acondicionado a lo largo del tiempo para el ganado, y en la arquitectura, con casas serranas blasonadas, que dan al conjunto de la localidad un aspecto señorial. Un ejemplo muy característico es el de la Casa de los Ximénez, ubicada en la calle Real de Oncala, cuyo representante más célebre es Juan Ximénez, que llegó a ser obispo de Segovia y arzobispo de Valencia.

Entre las construcciones legadas del pasado pastoril de Oncala encontramos también ranchos y corrales. Estos complejos estaban diseñados para proporcionar comodidad y protección, tanto para los animales como para los pastores. Servían como lugares de descanso y resguardo para los animales y personas durante su trayecto entre las zonas de pastoreo de verano y las de invierno. Igualmente permitían custodiar los corderos recién nacidos, realizar las labores de esquileo, curas, marcaje, desparasitación, conteo…

Uno de los pocos ejemplos de estas construcciones que ha llegado a nuestros días es El Corralón. Aquí esperaban miles de ovejas la salida hacia tierras del sur. Se utilizó por última vez en el año 2000.

Cañada Real Soriana Oriental

Un impulso muy importante a la trashumancia llegó con la regularización en el siglo XIII de las redes de vías pecuarias, naciendo las Cañadas Reales con unas dimensiones concretas y unos derechos de uso que aún hoy se mantienen. Uno de esos itinerarios principales por los que desde hace siglos miles de ovejas merinas realizan esta tradición nómada es la Cañada Real Soriana Oriental, que tiene más de 800 kilómetros de longitud. Se extiende desde los pueblos riojanos de Munilla, Enciso y Monte Real y las Tierras Altas de Soria, hasta los pastizales del valle de Alcudia (Ciudad Real) y los Pedroches (Córdoba).

La Cañada Real Soriana Oriental recorre la cuerda de los Montes Claros y la Sierra de Alba uniéndose a esta arteria principal otras vías pecuarias menores como cordeles y veredas procedentes de los diferentes valles, configurando una extensa red de caminos para el ganado. Las cañadas atesoran un gran valor histórico, social, natural y cultural. constituyen auténticos corredores verdes con efectos positivos contrastados sobre la diversidad biológica y han contribuido a transmitir conocimientos, elementos culturales y unir pueblos de características diferentes a lo largo de siglos.

Casas de merineros en Los Campos

Entre Oncala y Valloria, en la cabecera del río Cidacos, se encuentra el pueblo de Los Campos, una de las localidades más vinculadas a la trashumancia en la comarca de Tierras Altas. Todos los años, al llegar los primeros fríos, buena parte de los hombres del pueblo partían con los rebaños de ovejas merinas a pasar todo el invierno en las dehesas del sur de España.

Las casas merineras eran construcciones modestas, adaptadas al entorno natural y a las necesidades específicas del trabajo pastoril. Estaban construidas con materiales locales, piedra y madera básicamente, y tenían un diseño funcional que facilitaba la vida en el campo. Un espacio exterior para resguardo del ganado, otro inferior para almacenaje de las herramientas, que en ocasiones incluía un horno para pan, y una zona, normalmente la planta superior, destinada a la vivienda. Las casas de pastores merineros eran lugares de encuentro y descanso para los pastores y sus familias, y desempeñaban un papel fundamental en la economía y la cultura de Tierras Altas.

Casa de merineros – Valloria

A los pies de la sierra de Montes Claros se encuentra el pueblo de Valloria, rodeado de pastos que la mano del pastor ha ido modelando a lo largo de los siglos y atravesado por el arroyo de Hoyas Condesas. Sus casas de merineros nos ofrecen una bella estampa de pueblo mesteño serrano.

Al igual que en Los Campos, en Valloria hablamos de construcciones modestas con muros de carga de mampostería de la típica piedra pizarrosa de la comarca, tejados inicialmente con lajas también de piedra que con el tiempo fueron sustituidos por teja.

También solían disponer de un característico corralón para el ganado en la parte delantera y estaban adaptadas al entorno natural y a las necesidades específicas del trabajo pastoril. Aunque muchas de estas casas están actualmente en ruina, algunas aún conservan suficientes elementos que se muestran como testigos de este estilo de vida tradicional.

Casas blasonadas – Ledrado

Entre Valloria y Vizmanos se encuentra el pueblo de Ledrado, ubicado en una situación privilegiada: a 1.310 metros de altura, con hermosas vistas del valle del Alto Cidacos y rodeada de pastizales y bosquetes de roble. Las casas blasonadas de este pueblo son un conjunto arquitectónico de gran interés histórico y cultural. Estos edificios, en su mayoría construidos entre los siglos XVI y XVIII, pueden llegar a ser de considerables dimensiones. Reflejan la prosperidad que proporcionó la actividad ganadera trashumante y especialmente la lana a sus propietarios, permitiendo a muchos de ellos acceder a títulos nobiliarios.

Los blasones que decoran las fachadas son escudos heráldicos que muestran los símbolos y emblemas de estas familias, y en ocasiones incluyen inscripciones o lemas que identifican a célebres linajes de la comarca. Algunos eran tallados in situ, pero otros eran ejecutados en otros lugares y transportados después hasta aquí.

Además de los escudos, hay que destacar de estas casas serranas de ganaderos el trabajo esmerado de la piedra, con muros de mampostería y algunos sillares en esquinas y dinteles de puertas y ventanas y elementos decorativos como balcones de hierro forjado o ventanas enrejadas.

Casa blasonada – Vizmanos

El pueblo de Vizmanos, en el corazón del valle del Alto Cidacos, posee un conjunto arquitectónico en el que destacan las casas blasonadas de la familia Duro. Además de las grandes dimensiones de estas construcciones en comparación con el resto de viviendas, destacan en sus fachadas los blasones o escudos identificativos de la familia. En el caso de la familia Duro, los cuarteles o divisiones de estos emblemas en piedra muestran estrellas, picas y cruces de Santiago.

 

Hoy podemos contemplar estos ejemplos de arquitectura serrana como elementos tangibles de ese esplendor pasado y la intensa actividad ganadera, especialmente intensa en estas zonas de pastos y dehesas que rodean la localidad de Vizmanos.

Casas blasonadas – Santa Cecilia

En el norte de Tierras Altas se encuentra a pequeña localidad de Santa Cecilia, dividida en dos barrios por el barranco del Plantío. Es un pueblo con un presente modesto y un futuro incierto, pero muestra orgulloso un pasado lleno de esplendor y prosperidad.

En el siglo XVIII, cerca de 19.000 ovejas merinas pastaban en verano en el entorno de esta aldea. Buena parte de estas pertenecían a la familia Del Valle, que era miembro destacado del Honrado Concejo de la Mesta. Las casas blasonadas en Santa Cecilia son un elemento distintivo del patrimonio arquitectónico de la localidad y reflejan la historia y la herencia cultural de la comarca de Tierras Altas.

Las casas blasonadas de Santa Cecilia cuentan con gruesos muros de piedra con elementos de cantería en esquinas y vanos y también están desarrolladas en dos plantas. La inferior tiene históricamente un uso auxiliar y la superior está destinada a habitaciones. Una cubierta mixta de losa y teja y elementos decorativos como balcones de hierro forjado y ventanas enrejadas configuran el típico estilo arquitectónico serrano.

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Tradiciones que desafían al tiempo

Rutas

Los vecinos y vecinas de Tierras Altas han realizado un esfuerzo admirable para conservar un modo de vida y unas costumbres que en gran parte de nuestra sociedad han sido sustituidas de manera irreversible. La identidad de la comarca se construye a través de un sentimiento de comunidad que permanece vivo gracias a festividades y tradiciones que llenan la sierra de color y traen de vuelta por unos días a los antiguos vecinos que han emigrado a la ciudad. Además, permanecen totalmente abiertas a visitantes con ganas de aprender y contribuir a la conservación del patrimonio etnográfico.

Paso del Fuego y Móndidas en San Pedro Manrique

El Paso del Fuego de San Pedro Manrique es sin duda alguna una de las fiestas populares más conocidas de la geografía nacional. Su singularidad, espectacularidad y antigüedad le hizo obtener en el año 1980 un merecido reconocimiento como Fiesta de Interés Turístico Nacional.

El día 23 de junio, a pocos minutos de la medianoche, con pasadores y espectadores situados en sus posiciones, da comienzo el rito. Tras un toque de trompeta, el pasador o pasadora, que debe ser natural de San Pedro Manrique o hijo del pueblo, se sitúa descalzo en el borde de las brasas, solo o con alguien a sus espaldas. Ante un nuevo aviso de trompeta, el protagonista camina sobre el incandescente manto que puede llegar a los 800 grados. Tras ocho interminables pasos, llega al final y se funde en un abrazo con familiares y amigos.

Las primeras en ser pasadas por los valientes sampedranos son las tres Móndidas, otro elemento muy característico de las fiestas de San Pedro Manrique. Las Móndidas son tres jóvenes hijas del pueblo, antaño doncellas, que se eligen en la festividad de la Cruz de Mayo y que desfilan por el pueblo la mañana del día 24 de junio. Portan trajes blancos, mantillas bordadas y unos peculiares cestaños de mimbre en la cabeza, cubiertos de tela blanca, adornos florales y unas ramas cubiertas con pan cocido pintado con azafrán.

Fuente de los Tiñosos en San Pedro Manrique

Este manantial urbano, también llamado “de Los Legañosos” o “Soldevilla”, está ubicado en el centro de San Pedro Manrique, en una rambla que comienza justo detrás del edificio del ayuntamiento. Aunque está muy modificada, se cree que su construcción tiene orígenes medievales. Es conocida por sus aguas sulfuradas cálcicas frías, es decir, con alto contenido en azufre, que le confieren propiedades medicinales y terapéuticas. Tiene un aroma característico, que se podría asemejar al de los huevos podridos, debido al contenido de sulfuro de hidrógeno.

Era recomendado por los médicos para eccemas, alergias en la piel y prurito, lavándose la zona afectada varias veces al día durante el tiempo que fuera necesario. Otra alternativa en épocas pretéritas era beberla directamente como remedio contra problemas hepáticos o digestivos.

En el caso de la Fuente de los Tiñosos, estas aguas sulfurosas han sido valoradas por los habitantes locales durante generaciones, y muchos creen en sus efectos terapéuticos.

Manantial de Ontálvaro en Aldealcardo

Este manantial se sitúa en lo que fue hace más de un siglo el pueblo de Ontálvaro, ahora convertido en un despoblado. Perteneció primero a Aldealcardo y después a la Cuesta, y tenía una iglesia en honor a Santa Ana. Hoy, lo único que queda de Ontálvaro es esta fuente.

Estas aguas están catalogadas como mineromedicinales con alto contenido en azufre. El manantial se utilizaba de manera habitual para tratar dermatitis atópicas, eccemas, procesos alérgicos, acnés y otro tipo de enfermedades. Aquí se aplicaba tanto el agua como los lodos blancos que se encontraban en la surgencia, ya que se consideraba que estos producían efectos diuréticos y purgantes.

Hay constancia de que en los meses de verano llegaban bañistas procedentes de otras localidades sorianas y de la Rioja, que se alojaban en hospederías de Aldealcardo y Yanguas, para tomar el agua de este manantial o aplicarla de forma directa y local en la piel. En el siglo XIX se planteó un proyecto empresarial para explotar y construir una suerte de balneario a partir de estas aguas, aunque la iniciativa finalmente no prosperó. Hace algunos años se levantó una pequeña construcción que cobija el manantial.

Lavadero de Sarnago

Sarnago es todo un ejemplo para la comarca de Tierras Altas. Un pueblo que ha conseguido ser rescatado del abandono tras el fallecimiento en el año 1979 de su último vecino. A partir de entonces se creó la asociación Amigos de Sarnago con la finalidad de recuperar las construcciones singulares del pueblo y las tradiciones conservadas por sus vecinos. El lavadero, rehabilitado por esta asociación, es uno de los sitios más emblemáticos a visitar.

El Lavadero de Sarnago es una estructura de piedra con un techo sostenido por columnas, proporcionando un espacio cubierto donde las mujeres podían realizar sus tareas domésticas además de reunirse, charlar y compartir noticias. Es un buen ejemplo de la arquitectura rural de la zona y representa una parte importante de la historia y la cultura local. Hoy, sin embargo, su función es distinta, pues ha sido habilitado como biblioteca pública, un espacio para la cultura del que pueden hacer uso todas las personas que acudan o visiten la localidad para leer o tomar prestado un libro.

Muy cerca del lavadero se encuentra el Museo Etnográfico, ubicado en el antiguo Ayuntamiento, que servía también como escuela y casa del maestro. En las diferentes estancias se pueden observar multitud de utensilios, fotografías y elementos que nos transportan a un pasado no tan lejano y nos muestran la vida cotidiana de los antiguos vecinos de Sarnago.

Móndidas en Sarnago

Sarnago es uno de los cuatro pueblos de Tierras Altas que celebra la Fiesta de las Móndidas, recuperada aquí en el año 1982. Tiene lugar el 24 de agosto, aunque antiguamente era con motivo de la última luna de la primavera conmemorando la Trinidad.

Su origen es incierto, unos las vinculan con el mundo celtibérico, otros con las sacerdotisas romanas de la diosa Ceres, y otros a los tributos en forma de doncellas que los cristianos debían entregar a los musulmanes en época medieval. Estas tres mujeres, ataviadas de blanco, portan un característico cestaño en la cabeza, que en el caso de Sarnago es cónico, con cintas de colores y flores en la parte superior.

Las Móndidas son acompañadas por un mozo con un enorme ramo de arce adornado con flores, pañuelos y roscos. El día de la fiesta, por la mañana se celebra una procesión y una misa en el exterior de la iglesia de San Bartolomé, visita religiosa que se repite por la tarde para cantar la Salve, tras lo que se introduce el ramo mencionado por una ventana del antiguo consistorio.

Móndidas en Matasejún

Junto a Ventosa de San Pedro, Sarnago y San Pedro Manrique; Matasejún es una de las cuatro localidades de Tierras Altas que conserva la fiesta de las Móndidas, aunque en el pasado fue una celebración común a muchos pueblos de la zona.

El año 2001 Matasejún recuperó esta tradición que cada año celebra el 16 de agosto, aunque antaño estaba vinculada al Día de la Trinidad, que a su vez es el domingo más cercano a la última luna llena de la primavera, un dato muy relevante que nos indica sus orígenes paganos, aunque no sepamos con exactitud su auténtica génesis.

Tanto las Móndidas como el mozo que las acompaña participan en una procesión desde la iglesia de Santo Domingo de Silos hasta la ermita de San Roque, donde asisten juntos a una misa.

Móndidas en Ventosa de San Pedro

Otra de las localidades en las que aún se conserva la Fiesta de las Móndidas es Ventosa de San Pedro. Recuperada por sus vecinos en el año 1995, no se conocen realmente sus orígenes, pero es muy probable que tenga una génesis pagana vinculada a la fertilidad de los campos y la primavera.

Dado el pequeño número de vecinos que viven durante el invierno, esta fiesta se ha trasladado al verano, concretamente al 15 de agosto, cuando aumenta la población. Este día, a las 6 de la tarde, las Móndidas y el mozo que las acompaña se concentran en la plaza y, tras colocar los originales cestos a las tres muchachas, se dirigen a la iglesia, portando la imagen de la Trinidad en honor a la fecha en la que originariamente se celebraba esta tradición.

Horno de Los Campos

El Horno de los Campos es un horno tradicional de panadería que ha sido utilizado por generaciones para hornear pan y otros productos. Estos hornos suelen ser construcciones de piedra o ladrillo, con una cámara de cocción donde se colocan los productos a hornear y una chimenea para evacuar el humo.

Estos hornos tradicionales eran una parte vital de la vida de las comunidades rurales, ya que proporcionaban un medio para hornear pan de forma comunitaria. Los residentes locales solían llevar sus ingredientes al horno y hornear sus productos allí, lo que fomentaba la colaboración y el intercambio entre vecinos.

Aunque muchos pueblos han dejado de utilizar hornos como este en favor de panaderías comerciales modernas, el Horno de los Campos ha sido preservado como un testimonio del patrimonio cultural e histórico de la zona. Puede utilizarse en ocasiones especiales o eventos comunitarios para hornear pan de manera tradicional, y también como una atracción turística para mostrar cómo era la vida en el pasado en San Pedro Manrique y en la región en general.

Horno de Valloria

El horno de Valloria, igual que el de Los Campos, se ha preservado como un testimonio del patrimonio cultural, etnográfico e histórico de la comarca. Recientemente restaurado, puede visitarse y se utiliza en ocasiones especiales para volver a cocinar repostería tradicional.

También en el pueblo de Valloria se puede encontrar el Museo del Juego Tradicional de Tierras Altas, que se ubica en las antiguas escuelas del pueblo. Se pueden observar decenas de juguetes y juegos tradicionales que formaron parte de la infancia de los vecinos más veteranos del pueblo, y que los más jóvenes probablemente tengan dificultades para reconocer. Hablamos de calvas, hinques, diábolos, tanguillas, bolos, ranas, aros o peonzas.

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Siguiendo el paso de las tumbas romanas

Rutas

Son muchos los monumentos históricos de Tierras Altas en los que pueden encontrarse estelas funerarias romanas de gran interés arqueológico. En esta comarca, habitada por los celtíberos en época prerrománica, existió una importante presencia romana tal y como atestiguan estos objetos que han sido conservados en nuestros numerosos templos religiosos. Una combinación de elementos romanos y medievales que puedes presenciar con tus propios ojos.

Ermita de Valdeyuso en Vizmanos

Entre los pueblos de Vizmanos y Ledrado se ubica este templo, conocido también como Ermita de la Virgen de Val de Ayuso, un lugar de peregrinación y devoción, donde los fieles acuden para rezar, hacer ofrendas y buscar protección espiritual. Además de su significado religioso, la Ermita también es apreciada por su belleza natural y el enclave donde se encuentra, razón que la convierte en un destino popular tanto para los habitantes locales como para visitantes.

Es un modesto edificio de mampostería que estuvo en ruinas hasta su reciente restauración, impulsada por los párrocos y con la ayuda de voluntarios. Consta de una nave única, con una espadaña reconstruida, entrada en el lado sur y una cabecera con ábside semicircular. En el interior el arco que separa la nave del presbiterio, está adornado con pinturas del final del siglo dieciocho o principios del diecinueve.

Cuenta con dos estelas romanas en su interior, con inscripciones de gran interés histórico y arqueológico. Una dedicada a Aemilius Maternus, ubicada en un banco corrido y que cuenta con dos bustos y un toro grabados además del texto recordando al difunto. La otra estela se encuentra en el umbral de entrada y está dedicada a Antestia Serana. También tiene doble decoración, con un texto y elementos figurativos.

Fuente de Vizmanos e Iglesia de San Martín

A las afueras del pueblo de Vizmanos, pero perfectamente accesible tras un breve paseo desde el centro, se encuentra la iglesia románica de San Martín. Es un edificio religioso del siglo doce que destaca por su sencillez y la sobriedad características de la época en que se construyó. Presenta una planta rectangular y una única nave, con un ábside semicircular en la cabecera. Su estructura está construida principalmente con mampostería, aunque se pueden apreciar algunos sillares en las esquinas y en los vanos.

Uno de los elementos más característicos de la iglesia es su torre campanario, de planta cuadrada y rematada por una cubierta a cuatro aguas, que es un punto de referencia en el paisaje de Vizmanos. Posee también una estela romana, un ejemplo más de la rica herencia funeraria dejada por nuestros antepasados.

A pocos metros, en el interior del pueblo, encontramos también la fuente de Vizmanos, un lugar de gran importancia histórica y cultural en la localidad. Además de abastecer de agua a la comunidad durante generaciones, alberga en su entorno dos estelas romanas con inscripciones en latín. La primera de ellas está dedicada a Aemilius Maternus, con una cabeza grabada en la parte superior y un texto en la inferior. La otra estela no contiene el nombre de a quien fue dedicada, pero si su edad y un bóvido.

Iglesia de Valloria

En este pequeño pueblo al sur de Vizmanos, en el valle del río Cidacos, se ubica este templo parroquial consagrado a Santo Tomás. Es una construcción modesta, de estilo moderno, con sacristía de 1776. Está levantada en mampostería y fue sometida a una reforma en 1998.

Posee una única nave con techo de madera, cabecera cuadrada y una entrada abierta en el muro sur, resguardada por un pórtico. El elemento más destacable es la estela romana dedicada a Sempronia Flava, datada del siglo dos e incorporada en la jamba izquierda de la entrada.  Cuenta con los elementos característicos de estas estelas encontradas en distintos puntos de la comarca: un texto dedicado al difunto y elementos figurativos, como una cabeza y un bóvido.

Los únicos vestigios de su pasado románico se evidencian en las dos impostas reutilizadas en la construcción de la espadaña y en una hermosa pila bautismal conservada en el fondo de la nave. Este elemento, hecho de arenisca, presenta una forma troncocónica y aún exhibe una decoración exquisita con redecilla en forma de rombo y arquillos de medio punto.

Iglesia de Las Aldehuelas

A medio camino entre los dos barrios que conforman el pueblo de Las Aldehuelas se encuentra la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Socorro. Desde el barrio principal se puede acceder a la misma a través de un breve paseo de 200 metros que comienza en la parte baja, cerca del río Cidacos. Desde la zona de Barriobajeros, la distancia es similar, con la salvedad de que debe cruzarse la carretera que discurre por la zona.

Construida en el siglo dieciocho, la iglesia ha sido mantenida en buen estado a lo largo de los años, lo que permite a los visitantes apreciar su belleza y esplendor originales. Junto a la entrada se encuentra el ara romana dedicada a las Ninfas, reutilizada como pila de agua bendita.

Colocada de manera invertida, resulta curioso que un elemento dedicado a estas deidades menores asociadas al agua, a la vida alegre, a la poesía y a la danza, sea ahora recipiente para el agua bendecida con la que se persignan los feligreses. Otro de los tesoros que alberga esta iglesia es la talla policromada de la Virgen del Sepulcro, de estilo románico tardío.

Iglesia de Palacio de San Pedro

En este pueblo cercano a San Pedro Manrique encontramos la iglesia parroquial de San Bartolomé. Destaca por su imponente espadaña, que alberga dos campanas fundidas en 1914 y 1921, cuyos sonidos aún marcan los acontecimientos de la vida comunitaria.

En su interior, encontramos elementos simbólicos que representan la sacralidad y la tradición religiosa, un baptisterio con su pila bautismal y un altar romano invertido que se usa como pila de agua bendita. Este elemento está dedicado por Cornelius Celsus y Cassi Materna a las Matres, divinidad femenina triplicada que se encarga de la protección de la salud, de la fecundidad humana y la fertilidad de la tierra.

El retablo del altar mayor, dedicado a San Bartolomé, preside el espacio sagrado, acompañado por dos peanas que albergan imágenes de santos venerados por la comunidad. En el lado del Evangelio, un retablo del año 1625 muestra la imagen de Cristo Crucificado y la Virgen en oración, flanqueada por lienzos de santos. El interior cuenta con un retablo decorado con los escudos de los patronos, la familia Valdeosera, quienes financiaron la construcción y decoración de la capilla.

Fuente de Navabellida

También en la órbita de San Pedro Manrique, a menos de diez minutos en coche, nos encontramos con la pequeña localidad de Navabellida. Este pueblo cuenta con una fuente que representa uno de los ejemplos más notables de epigrafía romana en piedra de la comarca.

En ella podemos observar una estela de forma alargada y que está dedicada en primer lugar a Antestia Onse, produciendo el hecho curioso y poco común de que sea una mujer la que encabeza la inscripción. También aparece Emilio Serano, quizás su marido.

Se trata de un elemento de gran importancia histórica y cultural que nos permite tener acceso a la identidad de estas mujeres y hombres que vivieron en Tierras Altas hace dos mil años, gentes indígenas que se incorporaban poco a poco a la cultura romana.

Ermita de la Virgen de la Peña

En San Pedro Manrique, el núcleo poblacional más importante de Tierras Altas, se encuentra la que fue una de las cuatro parroquias con las que contaba antiguamente el municipio, pero el paso del tiempo llevó a su derrumbe en el pasado siglo. Tras su completa restauración, cuenta con un cimborrio octogonal y su característica fábrica de mampostería de piedra.

Se trata de un edificio muy especial y representativo, ya que a sus pies se localiza el recinto en el que se celebra una de las fiestas más importantes de la provincia de Soria: el Paso del Fuego. Un espectacular rito en el que devotos sanpedranos cruzan descalzos una alfombra de brasas en la noche de San Juán.

Esta ermita también alberga la misa del día de las Móndidas, durante la que estas tres mujeres, emulando rituales que posiblemente se remontan a época romana, hacen la ofrenda de los arbujuelos o cestos adornados con flores y varitas de harina y azafrán que llevan en la cabeza.

En el muro sur se encuentra integrada una estela funeraria de época romana en la que Sempronia Titulla pedía por su difunta hija Antestia Titulla a los dioses Manes. Al igual que en las fiestas referidas, estas inscripciones demuestran que los elementos paganos y las creencias cristianas se funden a la perfección.

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Lugares despoblados, pero nunca abandonados

Rutas

Tierras Altas es una de las comarcas con menor densidad de población de Europa. De las riquezas de los años de la Mesta solo quedan ya historias, edificios y tradiciones, pero la realidad social del siglo XXI es muy diferente. La Sierra se abre al mundo ahora no como un lugar de paso ni una zona de comerciantes, sino como una oportunidad única de vivir un turismo diferente, que no se contemplaba hace décadas pero que en la actualidad gana adeptos con el paso de los años. Un turismo de paz y tranquilidad, pero con atracciones para los más aventureros. Un turismo de naturaleza y gastronomía de calidad, sellos imborrables de una tierra que mira hacia el futuro con sus despoblados por bandera.

Torretarrancho

 

Al sur de San Pedro Manrique, tras recorrer 9 km por la carretera que conecta este pueblo con Fuentes de Magaña, encontramos el despoblado de Torretarrancho, al que se puede acceder a pie fácilmente. En el manuscrito más antiguo disponible, fechado el 16 de enero de 1753, se hace mención a un lugar denominado “Latorre de Tarranclo”, ubicado dentro del barrio y la jurisdicción de la villa de Suellacabras.

Para el año 1845, según los registros recogidos por Pascual Madoz, Torretarranclo, integrado dentro de Suellacabras, estaba ya experimentando un notable descenso poblacional, con tan solo tres vecinos y doce habitantes. La iglesia local, en ese entonces, estaba dedicada a San Bartolomé. Torretarranclo abarcaba 600 varas de este a oeste y 1.400 varas de norte a sur.

El primer asentamiento de este pueblo fue en la parte superior del cerro de El Castellar, un castro fortificado de la Edad de Hierro, con su característico sistema defensivo de muralla y foso.

El Vallejo

 

Muy cerca del televisivo pueblo de Valdelavilla, a tan solo 2 km en coche, se encuentra el despoblado de El Vallejo, ubicado en el barranco de la Nava. En 1909 El Vallejo contaba con 69 habitantes y en poco tiempo quedó completamente abandonado por el éxodo rural a las ciudades, potenciado por un plan de repoblación forestal que se puso en marcha en 1965 y en el que muchos vecinos vendieron sus tierras al Estado.

A diferencia de otras localidades que con el tiempo vieron alguna rehabilitación de viviendas e incluso han recuperado vecinos, El Vallejo ha quedado totalmente entregado a la naturaleza, aunque una iniciativa particular está realizando los últimos años ciertas labores de desbroce y acondicionamiento de algunas partes del pueblo.

Las fiestas patronales eran en septiembre, en honor a San Esteban, con la cosecha ya recogida. Al poder disfrutar de un clima más benigno que en otras zonas de la provincia, El Vallejo tenía buenas tierras de labor y para el pasto. La iglesia, con su espadaña solitaria, alguna vez resonó con el repique de campanas para anunciar la celebración de los oficios religiosos, pero ahora yace huérfana de campanas.

Aldealcardo

 

10 km al norte de San Pedro Manrique, en un desvío de la carretera principal que se dirige a Yanguas, se encuentra este despoblado popularmente conocido como ‘La Aldea’. Ubicado en la ladera oeste del Alto del Hayedo, asomado al valle del río Cidacos, Aldealcardo pudo tener su origen en el castro prerromano de El Castillejo.  Quedo despoblado en los primeros años de los 70 a causa del éxodo rural hacia las ciudades y zonas más industrializadas.

El pueblo, principalmente agricultor, cultivaba trigo, avena, cebada, centeno y patatas, aunque la ganadería también era importante para el municipio, especialmente el ganado ovino. Muchos de sus vecinos realizaban anualmente la trashumancia con sus rebaños y también hubo arrieros que transportaban mercancías por toda la península.

Entre sus edificios, destaca la iglesia de San Clemente, construida en el siglo XVI y la ermita de la Virgen de la Piedad, cuya imagen se procesionaba en septiembre en las fiestas patronales. También era tradicional la matanza del cerdo durante las fiestas de San Clemente, titular de la parroquia, en noviembre. Llego a tener suministro eléctrico, pero sus casas no llegaron a contar con agua ni alcantarillado.

A esta localidad pertenecía el barrio de Ontálvaro, que fue despoblado mucho antes pero contaba con una interesante fuente de agua sulfurosa, alrededor de la que se llegó a plantear en algún momento del siglo XIX la construcción de un balneario.

Vellosillo

 

Entre Villar del Río y Diustes se encuentra el despoblado de Vellosillo, situado en una ladera sobre el río Ostaza y a una altitud de 1140 m. El municipio pertenecía a la Comunidad de Villa y Tierra de Yanguas y en los primeros años del siglo veinte contaba con 88 habitantes, cifra que fue decayendo progresivamente con el paso de los años, hasta que en el año 1972 marcharon las dos últimas familias.

Vellosillo llegó a tener suministro eléctrico, pero no agua corriente en las casas, por lo que los vecinos debían acudir a una fuente de importante caudal. Al igual que en los pueblos circundantes, se practicaba el cultivo de trigo, centeno, avena y cebada, que se molía en Yanguas. También había ganado ovino y caprino. Los vendedores ambulantes visitaban el pueblo para ofrecer sus productos y los habitantes solían asistir al mercado semanal de los lunes en San Pedro Manrique.

Las fiestas patronales se celebraban el 25 de julio en honor a Santiago, con una misa, procesión y bailes.  A la entrada del pueblo se localiza la ermita de San Sebastián, que ha sido restaurada como símbolo patrimonial de este despoblado.

Villaseca Bajera

 

Este despoblado pertenece al municipio de Villar del Río y se encuentra a 4 km del núcleo del pueblo, a una altitud de 1215 m. Llama especial atención su estado abandonado, ya que se encuentra bien comunicado al situarse junto a una carretera de cierta relevancia. Según el censo del año 1842, Villaseca Bajera contaba entonces con 244 vecinos, pero un siglo después esta cifra se había reducido a tan solo cinco habitantes, que se dedicaban principalmente a la ganadería bovina.

A diferencia de la gran mayoría de pueblos de Tierras Altas, donde mayoritariamente había ovejas merinas, en este pueblo se trabajaba con ovejas churras. A 100 metros del pueblo se encuentran los restos de la iglesia, la cual ha perdido gran parte de su techumbre. A pesar de ello, se conservan restos de la estructura de la bóveda y algunas hornacinas sepulcrales.

No se tiene constancia de si el municipio llegó a contar con suministro eléctrico. El despoblamiento del municipio se atribuye a la falta de servicios y a la búsqueda de mejores condiciones de vida por parte de sus habitantes.

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Un plató de cine en plena naturaleza

Rutas

El séptimo arte ha sucumbido en numerosas ocasiones a los encantos de Tierras Altas. En nuestros pueblos se han rodado, a veces íntegramente, clásicos de la cinematografía española como ‘Total’ (1983) y también series modernas de televisión como ‘El Pueblo’ (2020). Visita estos escenarios y descubre, a través de la cultura, los monumentos históricos y pueblos de postal que han maravillado a famosos actores y directores a lo largo de los años.

Valdelavilla

‘El Pueblo’ es una serie de televisión española creada por Alberto y Laura Caballero, estrenada en 2020 y ambientada en un pueblo ficticio llamado Peñafría. Se trata de una divertida comedia que aborda temas como la convivencia, las relaciones interpersonales y la vida cotidiana en un entorno rural. Aunque muchos han sido los lugares de la comarca en los que se han rodado escenas de El Pueblo, Valdelavilla es el escenario principal, al que se conoce en el universo de la serie como Peñafría.
Valdelavila es un pueblo de Tierras Altas que se encuentra al sur de San Pedro Manrique. Tras quedar deshabitado en los años 60 se ha reinventado de manera exitosa para convertirse en un encantador centro de turismo rural y en un ejemplo de que se puede luchar satisfactoriamente contra la despoblación. En la web valdelavilla punto es, es posible reservar rutas guiadas para conocer los secretos de este pueblo y los principales escenarios de la serie que se emite en Telecinco y en Amazon Prime Video.

Bretún

La cineasta Mercedes Álvarez rodó en el año 2004 en varios pueblos de Soria un documental reflexivo y poético titulado ‘El Cielo Gira’, que habla sobre la vida cotidiana en una pequeña localidad que se aproxima inexorablemente hacia el abandono.
Entre los escenarios que utilizó como escenario se encuentra Bretún. Esta pequeña población del valle del Cidacos sirve a la cineasta para mostrar el pasado más remoto, el dejado por los dinosaurios que habitaron durante el Cretácico, en forma de icnitas o fósiles de sus huellas. Inmortalizó a una de las vecinas del pueblo, Sara, ya fallecida, que ejercía de guía para los visitantes que se acercaban a ver estas icnitas, con sus conocimientos sobre el tema y una peculiar manera de contarlos.
Bretún, además de un importante conjunto de icnitas, alberga la Fundación Vicente Marín, que distribuida en varias casas rehabilitadas de la localidad conserva y difunde el patrimonio cultural y artístico legado por el conde de Atarés, que comprende desde pinturas de artistas como Sorolla o Murillo a esculturas de Salzillo o Juan de Juni, grabados históricos, joyas o antigüedades de gran valor.
Mercedes Álvarez, en ‘El Cielo Gira’, narra el final de un modo de vida muy determinado. Nos explica cómo se superponen culturas y formas de vida muy distintas, en hogares de ganaderos trashumantes, icnitas, castros y pastores. Pese a este fin de ciclo al que se asoman muchas localidades del medio rural, si algo queda claro es que la vida sigue y el cielo gira.

Oncala

José Luis Cuerda describió a su obra titulada ‘Total’ con el término surruralismo, dado que mezcla una historia surrealista con un marco rural que juega un papel destacado dentro de la película.
En 1983 Oncala se transformó gracias al ingenio de este director en un Londres del año 2598, donde un pastor de ovejas narra sucesos relacionados con un inminente fin del mundo. Así, la iglesia de San Millán se convierte en el Big Ben de Londres y en la catedral de Notre Dame de Paris. Las calles, la escuela y entorno natural de Oncala fueron el escenario en el que se desenvolvieron algunos de los actores más destacados del cine español de los 80. Allí convivieron con los vecinos de la localidad para crear un retablo costumbrista y absurdo a partes iguales.
Oncala también hace acto de presencia en el documental El Cielo Gira de Mercedes Álvarez, concretamente el puerto de montaña, sus puestos para la caza de paloma, sus acebos y sus aerogeneradores.
Hablar de Oncala es hablar de trashumancia. Su pasado merinero se puede apreciar en su urbanismo, arquitectura, costumbres y paisaje circundante. Además del conjunto urbano, cuidado y repleto de tradicionales casas de piedra, destaca la iglesia y su magnífica colección de tapices, el Museo del Pastor, y el cercano acebal.

San Pedro Manrique

La película ‘Total’, dirigida por José Luis Cuerda el año 1983, forma parte de una tetralogía compuesta por ‘Amanece que no es poco’, ‘Así en el cielo como en la tierra’ y ‘Tiempo después’, todas dentro del concepto denominado surruralismo al que hemos hecho referencia anteriormente.
La puerta de San Miguel, en la muralla de San Pedro Manrique, es el escenario de la salida del desfile funerario de uno de los protagonistas, Herminio, interpretado por Manuel Alexandre. Después, en el interior de la arruinada iglesia de San Miguel, todos los asistentes al sepelio son testigos de la resurrección del difunto.
San Pedro Manrique conserva interesantes restos de arquitectura tradicional en su casco antiguo, donde destaca la iglesia parroquial de San Martín de Tours. Se pueden ver tres de las puertas de la desaparecida muralla urbana, y restos del castillo de los Manrique. El elemento más conocido de esta localidad, sin embargo, no es ningún resto arquitectónico, sino una tradición: la de la Móndidas y el Paso del Fuego, celebrada con motivo de San Juan y declarada de Interés Turístico Nacional.

Yanguas

Yanguas es, junto a San Pedro Manrique y Oncala, uno de los escenarios que el director José Luis Cuerda eligió para rodar su película ‘Total’, que como ya hemos comentado incluye escenas cotidianas del mundo rural y escenas imaginativas y surrealistas salidas de la mente del director albaceteño, generando así realidad retorcida que, sin embargo, nunca deja de ser realidad.
La plaza mayor de Yanguas, flanqueada por el Ayuntamiento porticado y la iglesia de San Lorenzo, fue el espacio al que llegaba el autobús de línea en esta película, o donde el invidente Pascual, interpretado por Luis Ciges, va saltando charcos inexistentes de los que le avisa su mujer. El puente que cruza el río Cidacos fue utilizado para algunas tomas que destacan la belleza natural del entorno. Además, las características fachadas de piedra de las casas y edificios históricos del pueblo aparecen en varias escenas, añadiendo autenticidad al ambiente de la película.
Yanguas también fue el escenario elegido para la grabación de la película Leyenda de Fuego, de Roberto Lázaro. Ambientada en el siglo XVIII, la iglesia de San Lorenzo o la torre de San Miguel son dos de las localizaciones en las que se desarrollan algunos pasajes de esta obra del año 2001.
Yanguas ha obtenido la declaración de Conjunto Histórico-Artístico por el excelente estado de conservación de sus casas y calles, además del castillo, los restos de la muralla que rodeaba antiguamente el pueblo y los templos de la iglesia de San Lorenzo, la de Santa María o la torre de San Miguel.

Villar del Río

El documental ‘El Cielo Gira’ de Mercedes Álvarez, en el que realiza una mirada poética, realista y sobria sobre la desaparición de un modo de vida muy específico, también cuenta con la participación del pueblo de Villar del Río.
Al igual que Bretún, Villar del Río le sirve a la cineasta para mostrar los vestigios más antiguos de la comarca, es decir, las huellas de dinosaurios o icnitas. Así, pone en contraposición elementos del pasado con la realidad del presente. Muestra la superposición de culturas en Tierras Altas, por un lado los yacimientos de icnitas, castros celtíberos, palacios medievales y la ganadería trashumante. Por otro lado, los aerogeneradores, los nuevos y viejos pobladores y el progreso que se abre paso inexorablemente.
Otra curiosidad cinéfila en torno a esta localidad la encontramos en la celebérrima película ‘Bienvenido Mister Marshall’, de Luis García Berlanga. Esta obra se localiza en un pueblo imaginario llamado Villar del Río. El cineasta no reconoció en ningún momento la relación entre este nombre y el pueblo de Tierras Altas, aunque algunos expertos en su figura apuntan que pudo ser un guiño del director a la comarca dado que su mujer era natural del cercano pueblo de San Pedro Manrique.
Villar del Río se localiza a orillas del río Cidacos, tiene interesantes ejemplos de arquitectura tradicional y un Aula Paleontológica, centro de referencia para conocer mejor el recurso de las icnitas.

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La Celtiberia soriana en su máximo esplendor

Rutas

La historia prerrománica guarda muchos secretos, especialmente en Tierras Altas, un lugar de culto para los amantes de la Celtiberia soriana y del legado de esta civilización que monopolizó el Alto Duero durante siglos. En la comarca se pueden identificar aún los restos de sus primeros poblados estables, los castros, con sus estructuras defensivas y su disposición para la vida en comunidad. Estos son los que se encuentran en un mejor estado de conservación:

Dolmen del Alto de la Tejera

Se encuentra en el término municipal de Carrascosa de la Sierra, sobre una amplia plataforma ligeramente inclinada y prolongada hacia la llanura. Está situado a tres kilómetros en coche del núcleo del pueblo, aunque también es fácilmente accesible desde las localidades de Castilfrío de la Sierra y Aldealices, que se encuentran a similar distancia de esta construcción milenaria.
Los dólmenes fueron concebidos como monumentos funerarios colectivos destinados a los miembros de un grupo humano y comenzaron a construirse en Europa en el IV milenio a.C. Se cree que también cumplían una función social, al servir como punto de referencia e identificación para las comunidades antiguas sin asentamiento fijo. Además, su construcción y ubicación podrían haber sido símbolos del dominio territorial ejercido por un grupo sobre la zona en cuestión.
Este de Carrascosa de la Sierra presenta escasa altura, poco más de un metro. Consta de una cámara circular destinada a los enterramientos, de unos 3,8 m. de diámetro, formada por seis grandes bloques de piedra dispuestos verticalmente, algunos con más de 2 m. de largo. La cubierta, ahora desaparecida, debió realizarse con grandes lajas de piedra, y a ella deben corresponder algunas halladas fuera de la cámara y otra caída en su interior. El monumento se rodeaba y cubría con un túmulo o amontonamiento circular de piedras y tierra de unos 18 m. de diámetro.

 

 

Oppidum de Los Casares en San Pedro Manrique

Muy cerca de San Pedro Manrique se encuentra este yacimiento arqueológico, al que se llega por el camino que lleva a la Dehesa, situada al noroeste del municipio. Está situado en una colina que se eleva unos 30 metros sobre el río Linares, que lo rodea en tres de sus lados.
Originalmente fue el oppidum, es decir, la capital fortificada de una ciudad-estado celtibérica. Tras la conquista romana se mantuvo como un pequeño núcleo urbano que regía administrativamente el alto valle de río Linares. Tras cierto declive a finales del Imperio Romano, volvió a resurgir en época visigoda, tal y como demuestra la vivienda compleja de nueve estancias que se está excavando actualmente en el lugar.
El sistema defensivo del yacimiento incluye una larga muralla y un foso paralelo en los lados norte y oeste, los más accesibles. Tenía accesos en el noroeste y sudeste, conectados por una calle diagonal. Recientes excavaciones han revelado un tramo de muralla de doble lienzo y una canalización para la evacuación de aguas al exterior.
En el interior del poblado se han encontrado restos de construcciones, que indican la presencia de casas rectangulares con muros de piedra. Se han hallado fragmentos de cerámica celtibérica, tanto lisa como decorada con pintura negra. Desde el año 2009 se llevan a cabo trabajos arqueológicos en el yacimiento dirigidos por Eduardo Alfaro bajo el proyecto Idoubeda Oros y en colaboración con la Empresa Arqueológica ARECO.

Oppidum de El Castillo en La Laguna

A escasos metros al este del pueblo de La Laguna y a unos 500 metros del río Baos se sitúa el oppidum de El Castillo. Ubicado sobre una amplia loma redondeada de aproximadamente 6 hectáreas, este enclave ofrece un amplio dominio visual del entorno circundante.
En lo que respecta al sistema defensivo de esta antigua capital fortificada, el acceso por el lado norte se protegía con un foso excavado en la roca, con un pasillo o puente de unos 3 o 4 metros para cruzarlo. El asentamiento contaba con una muralla adaptada al terreno, construida con lajas de caliza local trabadas en seco y reforzada con algunas torres. Entre el foso y la muralla quedaba un pasillo de ronda.
En el interior del recinto se han identificado restos de habitaciones de casas rectangulares, con suelo de tierra compactada sobre base de piedra y recrecido de adobe. Además, se han encontrado numerosos restos de utensilios y cerámicas, incluyendo piezas celtibéricas realizadas con torno y que, a menudo, eran decoradas con pintura negra. Estos hallazgos permiten relacionar este poblado con Numancia y situarlo en el siglo II a.C.

 

Castro de El Castillejo en Castilfrío de la Sierra

Al norte de Castilfrío de la Sierra se encuentra este castro celtíbero, al que se accede a través de una pista de kilómetro y medio que se desvía de la carretera principal hacia Estepa de San Juan. Se sitúa sobre la cumbre de un alto, en un lugar con una imponente posición estratégica desde el que se domina toda la llanada numantina y el acceso al puerto de Oncala, un paso natural entre el Alto Duero y la Cuenca del Ebro.
Este castro cuenta con una planta circular de aproximadamente de 130 metros de diámetro y una extensión de unos 13.000 metros cuadrados. Se destaca como uno de los más notables de la provincia debido a lo completo de su sistema defensivo. Cuenta con una imponente muralla de mampostería a canto seco que defiende tres de sus lados, aunque es innecesaria en la zona sudeste debido a su pronunciada pendiente.
Delante de la muralla, que pudo haber alcanzado en su momento una altura de 4 metros y medio y una anchura de entre 5 y 6 metros, existía un foso del que se extrajo la piedra para construir el sistema defensivo. También una franja de piedras hincadas de hasta 27 metros de ancho, diseñada para desestabilizar a cualquier posible atacante. Recientes excavaciones, además, han descubierto una torre en el lado norte de la muralla.

 

 

Castro de Los Castillejos de Villar de Maya

A dos kilómetros de Villar de Maya se ubica el castro de Los Castillejos. Para llegar a él desde el pueblo hay que salir por la carretera provincial en dirección a Villar del Río, para desviarse posteriormente a la izquierda por una pista de grava que lleva a un nuevo desvío hacia el norte. Tras 650 metros andando alcanzamos la base de este asentamiento de gran importancia para el estudio de la Cultura Castreña Soriana. El camino está señalizado, tiene cartel explicativo y es de acceso libre.
Situado en un espigón a una altitud de 1.130 m., este asentamiento, con una extensión superior a 2 hectáreas, ejercía control sobre las rutas entre los ríos Ostaza y Baos. En cuanto a su sistema defensivo, la parte más vulnerable del cerro, su zona oeste, se protegió mediante una torre proyectada en la muralla y se complementaba con un foso. En un momento posterior, se construyó una nueva estructura aparentemente similar y adyacente a la anterior, con un nuevo foso y una torre-muralla.
El espacio interior del asentamiento está marcado por la ampliación de población representada por la segunda muralla. Además, la secuencia cronológica de los materiales (desde cerámica a mano antigua hasta cerámica a torno celtibérica), indican una ocupación prolongada que se inició en el siglo V a.C. y llegó hasta la conquista romana tres o cuatro siglos más tarde.

Castro de El Castillejo de Taniñe

Para acceder al castro del Castillejo desde el pueblo de Taniñe hay que salir por la pista forestal que se dirige a Buimanco, y tras recorrer unos 1.200 metros, aparcar el vehículo en una pronunciada curva a la izquierda. Desde aquí se coge una senda que asciende hasta el castro, a una distancia de kilómetro y medio a pie.
Es el único castro de planta rectangular, de unos 3.000 metros cuadrados y situado en un espigón del pico El Ayedo, a una altitud de 1.402 m. Desde su posición, domina un extenso paisaje que abarca la cuenca de los ríos Linares y Cidacos.
En cuanto a su sistema defensivo, la excavación reveló la delimitación de una muralla en tres de sus lados, porque el cuarto se encuentra protegido de forma natural. Se complementó la defensa con una franja de piedras hincadas. En el interior del castro se han identificado habitaciones rectangulares de considerable tamaño, construidas con mampostería. La cerámica predominante, elaborada a mano, sugiere una cronología para este asentamiento entre los siglos VI y IV a.C.

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Ruta por los castillos de Tierras Altas

Rutas

Durante siglos, Tierras Altas ha sido un lugar de tránsito principal entre el reino de Castilla y sus vecinos de Aragón y Navarra, además de un centro importante de riqueza y comercio durante los años de la Mesta. Como tal, han sido muchos los castillos, fortalezas e incluso iglesias fortificadas que se han repartido por la comarca y que aún hoy en día pueden visitarse. Estos son los más destacados:

Castillo de Magaña

El castillo de Magaña, o castillo de la Nava del Marqués, es uno de los más destacados castillos señoriales del siglo XV en la provincia de Soria. Se encuentra situado en lo alto de un cerro, en la confluencia del río Montes con el río Alhama. De hecho, en el pasado fue un punto clave en la defensa del valle del Alhama, uno de los accesos naturales desde los reinos de Navarra y Aragón hacia Castilla.
Al castillo se accede por un camino que asciende desde el pueblo y se adapta al terreno escarpado. Desde la Iglesia de San Martín de Tours, se trata de un camino de aproximadamente tres minutos de duración y adecuadamente señalizado. La fortaleza cuenta con un doble recinto: en el recinto exterior se pueden observar siete cubos distribuidos para reforzar los muros. La entrada, hoy desaparecida, se realizaba por el lado norte. En el recinto interior, a mayor altitud, destaca la torre del homenaje, cuyo acceso se realizaba desde el adarve. En el centro del patio de armas, se localiza un aljibe. Aún contaba con un tercer recinto que no ha llegado hasta nuestros días, que se extendía por la parte baja del cerro.
A escasos 300 metros del castillo, a las afueras del pueblo y bajando por la Ermita de Nuestra Señora de Barruso, se encuentra el recientemente restaurado Puente de Barruso Antiguo o Puente medieval de Magaña. Está realizado en mampostería y destaca especialmente su pavimento, con un empedrado original en el que aún se aprecian marcas del paso de carros. La estampa del puente medieval, con el castillo al fondo, nos ofrece una hermosa imagen de Magaña.

Iglesia de San Pedro en Cerbón

La Iglesia románica de San Pedro Apóstol ubicada en Cerbón, a ocho kilómetros de Magaña, es un curioso ejemplo del románico rural soriano, destacando por la originalidad de su planta de dos naves. Se encuentra a las afueras del pueblo de Cerbón, a la izquierda de la carretera que separa este pueblo y el de Fuentes de Magaña.
Construida en mampostería, la entrada se abre al sur, con una portada de triple arquivolta y apoyada en columnas pareadas con capiteles decorados. La cornisa del cuerpo principal y de los dos ábsides está decorada con canecillos y a los pies se levanta una sólida torre posiblemente ampliada años después de su construcción.
No obstante, el elemento realmente excepcional de este edificio es la composición de su planta, con dos naves cubiertas con bóvedas de cañón apuntado y separadas por dos grandes arcos formeros en el centro, rematadas por sendas cabeceras semicirculares con bóveda de horno. Posteriormente se añadieron al edificio una sacristía y una capilla gótica en el lado norte.

Iglesia de Nuestra Señora del Collado en Valtajeros

En la entrada al pueblo de Valtajeros se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora del Collado. Tras un desvío de cuatro kilómetros de la carretera principal que une Magaña y San Pedro Manrique, a la altura del despoblado de Torretarrancho, nos topamos con esta iglesia-castillo de características muy especiales.
Pese a que no se conoce la fecha exacta de su construcción, sus características arquitectónicas sugieren finales del siglo XII. Su aspecto exterior, más propio de una fortaleza que de un templo, se debe a su emplazamiento en una zona de frontera en un periodo de inestabilidad y la necesidad, por tanto, de contar con un edificio defensivo.
Está construido con sólida mampostería, y cuenta con un muro almenado que se eleva por encima de la cornisa, excepto en el lado sur, donde se alza una espadaña posiblemente más moderna. Se puede observar un camino de ronda en la parte superior con acceso al matacán aspillerado sobre la puerta de acceso al templo y desagües que canalizan el agua de la cubierta de doble vertiente.
Tiene una única nave, cubierta con bóveda de cañón apuntado cuyos arcos se apoyan en ménsulas con forma de prisma. En el tercer tramo de la nave, al sur, encontramos una capilla cuadrada gótica, decorada con pinturas murales del siglo XVIII, y al norte de la cabecera vemos una sacristía rectangular. La puerta de acceso conserva dos arquivoltas de medio punto.

 

 

Ruinas de San Pedro el Viejo

Situada a unos dos kilómetros al sur de San Pedro Manrique, en una elevación que domina el paisaje, se encuentran las ruinas de San Pedro el Viejo, a las que se puede acceder a pie por un camino tendido de aproximadamente 400 metros. El origen de este monasterio es objeto de debate. Históricamente se ha vinculado su construcción a la Orden Militar del Temple, aunque investigaciones recientes han cuestionado esta afirmación.
Los vestigios visibles aún dan testimonio del esplendor de la antigua estructura. La iglesia románica data de la segunda mitad del siglo XII y se puede observar que tenía planta basilical y tres naves. Fue construida en sillarejo y exhibía un aspecto más propio de una fortaleza que de un templo.
Las naves están cubiertas por bóvedas de cañón, la del Evangelio tiene cabecera cuadrada y la de la Epístola alberga la torre. En el presbiterio, ubicado en la cabecera de la nave central, aún puede distinguirse trazos de pinturas murales tardogóticas o renacentistas. La portada, actualmente desaparecida, estaba situada en el muro sur de la nave y el ábside también tiene marcas de expolio de sillares y columnas. La torre, antaño campanario, conserva dos vanos en cada una de sus caras.
Una parte importante del legado de San Pedro el Viejo se conserva en el Museo Frederic Marès de Barcelona, incluyendo una talla de la Virgen con el Niño. A pesar del deterioro, las ruinas desafían el tiempo desde su ubicación privilegiada, recordando la importancia histórica del lugar.

Castillo de San Pedro Manrique

A las afueras de San Pedro Manrique, más allá del recinto del Paso del Fuego y de la ermita de la Virgen de la Peña, se encuentra el castillo de San Pedro Manrique, otro de los antiguos baluartes defensivos entre Castilla y los reinos de Navarra y Aragón. El paseo desde el pueblo hasta las ruinas de este castillo merece enormemente el esfuerzo, principalmente por las espléndidas vistas de San Pedro Manrique y de buena parte del valle del río Linares que se obtienen desde la fortaleza.
Actualmente podemos observar dos torres que aún conservan algunos matacanes que flanquean el acceso al recinto, del que solo queda el muro norte. También se conserva un arco en una antepuerta en ángulo recto con las torres. Los muros son de mampostería, destacando los sillares de caliza en las esquinas y ventanas saeteras.
En la ladera podemos ver restos del recinto fortificado exterior que baja hacia el pueblo, donde se conservan tres de las cuatro puertas por las que se accedía a la localidad. Como en otros castillos, su cese de actividad como residencia nobiliaria y el paso del tiempo llevaron a su ruina inevitable, acentuándose esta a lo largo del siglo XX.

Puertas de la muralla de San Pedro Manrique

De la primitiva muralla del siglo XV que protegía la villa de San Pedro Manrique tan solo quedan restos puntuales, algunos ocultos ser parte de los muros de algunas viviendas. De las cuatro puertas por las que se entraba y salía del recinto, hoy solo quedan en pie tres. Además de ser elemento defensivo, estas puertas servían para cobrar impuestos por acceder a la villa, lo que se conocía como Portazgo. Además, se cerraban ante la llegada del enemigo o durante las epidemias para evitar su propagación.
En el lado oeste del pueblo se encuentra el arco de San Miguel, que recibe su nombre al encontrarse cerca de la iglesia del mismo nombre, actualmente en ruinas. Esta construida en recio sillarejo, casi sillar por el tamaño de algunas de las piedras. El arco de entrada esta ligeramente apuntado. Como curiosidad, aquí grabó José Luís Cuerda la escena del funeral en su película Total. El hijo del narrador fallece y el séquito funerario sale por aquí de la localidad dirección al cementerio.
Unos metros más abajo del Arco de San Miguel encontramos la Puerta de la Rochela, cuyo nombre puede tener relación con el puerto de la Rochelle, en Francia, pues históricamente era uno de los destinos de la lana merina producida en esta comarca durante la época de la Mesta, en la que el comercio con Europa creció de manera exponencial.
Por último, en la parte más alta del pueblo, cerca del cementerio, se encuentra la última de estas tres puertas, conocida como la Puerta de la Muralla. Es la más cercana al castillo y es uno de los accesos principales que permitían la entrada a la villa amurallada en tiempos medievales. Su presencia es un testimonio tangible del pasado medieval de la localidad y su importancia como punto estratégico en la comarca.

Castillo de Yanguas

En un promontorio entre dos arroyos, en la parte alta de la villa de Yanguas, se erige este castillo que, como el resto de fortificaciones de Tierras Altas, protegía la entrada a Castilla por el valle del Cidacos desde los reinos de Navarra y Aragón. Se encuentra perfectamente integrado en el pueblo, de hecho, puede divisarse incluso desde la Oficina de Turismo.
Se construyó en el siglo XIV por los Condes de Aguilar cuando la villa les fue cedida por el rey Enrique segundo de Castilla. Fue residencia de los distintos titulares hasta que en el siglo XVII dejó de ser usado como palacio. Sufrió un fuerte incendio durante la Guerra de la Independencia que destruyó sus estructuras internas, pero fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1949.
Su tipología es de castillo-palacio y está construido con técnica de tapial de tradición musulmana, un encofrado de piedra, argamasa y cal. Conserva el recinto interior rematado de almenas y flanqueado por cuatro torreones. El primero en construirse sería el noreste, de mayor tamaño, funcionando como Torre del Homenaje, dividido en varias plantas, la primera destinada a salón con chimenea. La plaza de armas estaba rodeada de columnas. Rodea el conjunto una cerca también de tapial de menor altura.
A estas defensas se unirían las de la muralla urbana de la villa, de la que se conservan dos puertas: la Puerta del Río, ubicada en el acceso sur, y la Puerta de la Villa, en el norte. Ambas se utilizaban durante la Mesta como punto de inicio para los largos viajes a Extremadura y otras zonas tan características de la trashumancia.

 

 

Torre románica y puente medieval de Yanguas

En el norte de Yanguas, a apenas medio kilómetro del núcleo de la villa, se encuentra el puente medieval, también conocido como ‘Puente romano’ o ‘Puente de Santa María’ por su cercanía a una iglesia del mismo nombre. Se puede observar fácilmente desde la carretera que da acceso al pueblo y junto a esta construcción se encuentra un lavadero que data del siglo XVIII, restaurado recientemente. Además, una agradable senda paralela al río permite ver el puente por su parte interna.
Tiene nueve metros de alto y 56 de largo, fabricado en mampostería con sillares reforzando las dovelas del amplio arco de medio punto y los pretiles. Como la mayor parte de puentes medievales, tiene ese característico perfil de lomo de asno y se usaría como punto para contar el ganado al pasar por su estrecho recorrido. No se sabe con exactitud la fecha de construcción del puente, algunos afirman que se construyó entre el siglo XII y XIII, mientras que otros sostienen el origen romano de sus cimientos o incluso de la totalidad de su estructura.
A escasos 200 metros del puente y tras la iglesia de Santa María encontramos la Torre de San Miguel, último vestigio de la iglesia románica de San Miguel de Yanguas, derruida en el siglo XIX. de estilo pirenaico-lombardo, esta torre domina la villa desde su posición elevada y su construcción, según una inscripción que aún puede observarse, data del año 1146.
Tiene planta cuadrada, es de sólido sillarejo de piedra con refuerzo de sillares en las esquinas. Cuenta con un pasaje con arcos de medio punto en la parte baja que conduciría a la nave de la iglesia. Los cuerpos superiores de la torre presentan un primer piso de arcos ciegos, otro compuesto por un solo vano y el superior por dos arcos apoyados en una columna central con capiteles decorativos. Se remata con tejado a cuatro aguas con canecillos en la cornisa.

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Los encantos de una tradición milenaria e internacional

Tradiciones

La noche del 23 de junio es una de las más especiales en Tierras Altas, y sin duda la más especial en San Pedro Manrique, el pueblo de mayor relevancia demográfica de la comarca y el hogar de una tradición ancestral cuyo origen no se conoce con claridad: El Paso del Fuego.

El solsticio de verano en San Pedro Manrique se celebra con una hoguera, igual que en la gran mayoría de municipios españoles, pero la diferencia es que en este pueblo de 600 habitantes la convierten en una alfombra de ascuas incandescentes por la que pasan descalzos varios vecinos. A los pies de la ermita de la Virgen de la Peña, en un recinto dedicado exclusivamente a esta festividad, se reúnen hasta 2.000 vecinos y foráneos para presenciar una de las ceremonias de pirobacia (así se conoce a la técnica de pisar fuerte las ascuas para expulsar el oxígeno y evitar quemaduras) más antiguas y llamativas de toda Europa. Un espectáculo que pone de manifiesto el respeto que en Tierras Altas se guarda a las tradiciones independientemente de su origen y significado, pues a día de hoy sirven como elemento revitalizador y nexo de unión para una comunidad que ha sufrido la cara más dura de la despoblación rural.

El recinto del Paso del Fuego, que cualquier otro día puede visitarse libremente, abre sus puertas en el Día D a las 23:00. Mientras las charangas y peñas locales animan la jornada y los vecinos se reencuentran con amigos y familiares que vuelven por un día del exilio, un grupo se encarga de preparar una alfombra de fuego de tres metros de largo sobre la arena del escenario principal. Una hora más tarde, alrededor de 20 elegidos comienzan, uno a uno, a enfrentarse a este rito con paso firme y la mirada clavada en el horizonte. Son apenas diez pasos, pero en el más absoluto silencio, sobre el fuego incandescente y ante la mirada de miles de espectadores (en persona y a través del canal de televisión regional) se hacen interminables. Cuando consiguen abandonar tierra hostil y alcanzar de nuevo la arena seca en la que les esperan sus familiares, se produce una explosión de júbilo que invade a todo el graderío, conscientes de la dificultad del desafío y de la importancia de mantener viva esta tradición y su simbología.

Las otras protagonistas: tres Móndidas

Por si fuese necesario añadir a esta hazaña un mayor grado de dificultad, muchos vecinos deciden atravesar la alfombra de fuego con una persona subida a su espalda. Tres de estos acompañantes suelen ser las Móndidas, protagonistas de otra tradición ligada a la del Paso del Fuego. Se trata de tres mujeres vestidas con un traje tradicional, joyas de gran valor sentimental y un enorme cesto que sostienen sobre sus cabezas. Tras un desfile multitudinario y las correspondientes ofrendas, las Móndidas regalan a sus vecinos unos versos de homenaje que hacen referencia a la tradición, a la actualidad de la villa o incluso a las reivindicaciones populares en contra de la despoblación. Esta fiesta, aunque con un tono más informal y desenfadado que la noche anterior, sirve de igual manera para consolidar el sentimiento de comunidad y convencer, tanto a los vecinos que aún siguen en Tierras Altas como a los expatriados que se han visto obligados a trasladarse a la gran ciudad, de que las fiestas de San Pedro Manrique pertenecen a todos, y a todos corresponde preservarlas.

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Una cocina cimentada en la tradición

Gastronomía

La estructura económica y social de la comarca ha sufrido cambios profundos a lo largo de los siglos, pero hay una constante que nunca ha desaparecido ni va a hacerlo en un futuro cercano: en Tierras Altas se come bien.

Sí, en Tierras Altas se come muy bien y la culpa de ello la tienen exclusivamente los vecinos, tanto los que viven actualmente en la sierra como las generaciones pretéritas, que han construido una gastronomía tradicional envidiable con materias primas de altísima calidad. Tierra de ganaderos y trashumantes, en todos los pueblos de Tierras Altas puedes encontrar platos populares desarrollados a partir de la carne y la leche extraída de los animales que pastan en libertad por los campos de la sierra. De hecho, la matanza del cerdo es todo un acontecimiento en la comarca y el origen de los ricos y variados embutidos y del torrezno más famoso del mundo.

Con estos productos provenientes principalmente del cerdo y del cordero podemos encontrar platos de gran sabor que han sido transmitidos de generación en generación. Es el caso, por ejemplo, de la caldereta de Huérteles , elaborada con carne de cordero a la que se añade agua, ajos, aceite de oliva, laurel, sal y muchas horas de lenta cocción. Si quieres disfrutar de estos platos y de los productos locales con los que se construyen, en Tierras Altas tienes restaurantes especializados en cocina tradicional y comercios artesanales que te permitirán llevarte a casa un trozo de nuestra centenaria cultura gastronómica.

No todo es carne

El embutido es patrimonio local y los torreznos son nuestra gasolina, pero la cultura culinaria de la comarca va mucho más allá de los productos animales. Para responder a las jornadas de trabajo largas y duras, los pastores han recurrido durante décadas a alimentos tan característicos como las migas pastoriles de Oncala , que era la base de la dieta durante la época de trashumancia. El pan se cortaba la noche antes, se envolvía en un trapo húmedo con ajo y se echaba en la sartén con aceite, sal y pimentón dulce. Las sopas de ajo de Bretún , las roscas de Villar del Río o el artaguiton de San Pedro Manrique son otros ejemplos de platos tradicionales en los que no se emplea carne animal. Si quieres saber cómo se preparan estos y otros alimentos, en este enlace puedes consultar una breve guía acerca de las elaboraciones más características de Tierras Altas.

Además, la sierra también destaca por la presencia de hasta 700 especies de hongos , la mayoría de ellas comestibles y que, además de aportar variedad y riqueza a la gastronomía local, también se han convertido en un atractivo turístico de primer orden, especialmente en otoño y primavera. Con el objetivo de garantizar su conservación y poder disfrutar de su consumo sin preocupaciones, te recomendamos que acudas acompañado de un guía micológico, que te ayudará en la recolección y agilizará la experiencia para que tú solo te preocupes de disfrutar del paisaje y de la gastronomía.

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Un recorrido por el arte románico de Tierras Altas

Patrimonio

A mediados del siglo XI, Fernando I consiguió unir los destinos del reino de León y el recientemente creado reino de Castilla. Esta decisión política provocó innumerables consecuencias y una de ellas fue el inicio de la proliferación de la arquitectura románica en el territorio, potenciada por la influencia del Camino de Santiago en el norte del reino y por mecenas provenientes del clero y la nobleza de la zona.

En la comarca de Tierras Altas, históricamente más volcada hacia la vecina Rioja por cuestiones orográficas, los ejemplos más significativos son del románico tardío, pero la presencia de este estilo arquitectónico es nutrida y constituye un reclamo turístico de gran importancia para los amantes de la historia y la arquitectura. La mayoría de estas construcciones son de carácter humilde, pero extremadamente singulares, debido a la rareza de su composición o los elementos empleados en su construcción.

Iglesia de Nuestra Señora del Collado (Valtajeros)
Este templo llama la atención a simple vista por su aspecto exterior de fortaleza defensiva, con muros coronados por almenas y atravesados por aspilleras. Junto al castillo de Turégano (Segovia), se trata del único ejemplo de fusión entre iglesia y fortaleza que existe en España. Sin embargo, existen dudas sobre la razón de ser de esta edificación, ya que la altura y grosor de sus muros, de aproximadamente un metro en su base, no la dotan de la solidez propia de una construcción defensiva de la época. Solo podrás explorar este misterio visitando en persona Nuestra Señora del Collado, a poco más de 40 minutos en coche de la capital soriana.

Iglesia de San Pedro (Cerbón)
Igual que el templo de Valtajeros, la singularidad de la iglesia de San Pedro de Cerbón radica en su estructura, aunque en este caso por motivos completamente diferentes. Este templo consta de dos naves de la misma longitud con dos bóvedas paralelas separadas entre sí, con el añadido de que en el exterior se mantienen los dos ábsides gemelos con ventanas en aspillera. Tres arcos sustentan las bóvedas, que descansan sobre la clave del gran arco divisorio, y solo admirando su interior se puede entender la complejidad y excepcionalidad de este exponente del románico tardío.

Además de estos dos ejemplos significativos, la huella románica de Tierras Altas pervive en lugares como la torre de Yanguas, los restos de la iglesia de San Martín en San Pedro Manrique, la ermita de la Virgen de Valdeavellano de Vizmanos, las ruinas de Rabanera en Ventosa de San Pedro, la Natividad de Castillejo de San Pedro, las pilas bautismales de Oncala, Villartoso, Valloria o Diustes… Un repertorio completo y abierto al público los 365 días del año, preparado para acoger a todos aquellos que deseen explorar un preciado legado histórico que no puede pasar desapercibido.

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