A mediados del siglo XI, Fernando I consiguió unir los destinos del reino de León y el recientemente creado reino de Castilla. Esta decisión política provocó innumerables consecuencias y una de ellas fue el inicio de la proliferación de la arquitectura románica en el territorio, potenciada por la influencia del Camino de Santiago en el norte del reino y por mecenas provenientes del clero y la nobleza de la zona.
En la comarca de Tierras Altas, históricamente más volcada hacia la vecina Rioja por cuestiones orográficas, los ejemplos más significativos son del románico tardío, pero la presencia de este estilo arquitectónico es nutrida y constituye un reclamo turístico de gran importancia para los amantes de la historia y la arquitectura. La mayoría de estas construcciones son de carácter humilde, pero extremadamente singulares, debido a la rareza de su composición o los elementos empleados en su construcción.
Iglesia de Nuestra Señora del Collado (Valtajeros)
Este templo llama la atención a simple vista por su aspecto exterior de fortaleza defensiva, con muros coronados por almenas y atravesados por aspilleras. Junto al castillo de Turégano (Segovia), se trata del único ejemplo de fusión entre iglesia y fortaleza que existe en España. Sin embargo, existen dudas sobre la razón de ser de esta edificación, ya que la altura y grosor de sus muros, de aproximadamente un metro en su base, no la dotan de la solidez propia de una construcción defensiva de la época. Solo podrás explorar este misterio visitando en persona Nuestra Señora del Collado, a poco más de 40 minutos en coche de la capital soriana.
Iglesia de San Pedro (Cerbón)
Igual que el templo de Valtajeros, la singularidad de la iglesia de San Pedro de Cerbón radica en su estructura, aunque en este caso por motivos completamente diferentes. Este templo consta de dos naves de la misma longitud con dos bóvedas paralelas separadas entre sí, con el añadido de que en el exterior se mantienen los dos ábsides gemelos con ventanas en aspillera. Tres arcos sustentan las bóvedas, que descansan sobre la clave del gran arco divisorio, y solo admirando su interior se puede entender la complejidad y excepcionalidad de este exponente del románico tardío.
Además de estos dos ejemplos significativos, la huella románica de Tierras Altas pervive en lugares como la torre de Yanguas, los restos de la iglesia de San Martín en San Pedro Manrique, la ermita de la Virgen de Valdeavellano de Vizmanos, las ruinas de Rabanera en Ventosa de San Pedro, la Natividad de Castillejo de San Pedro, las pilas bautismales de Oncala, Villartoso, Valloria o Diustes… Un repertorio completo y abierto al público los 365 días del año, preparado para acoger a todos aquellos que deseen explorar un preciado legado histórico que no puede pasar desapercibido.
27La estructura económica y social de la comarca ha sufrido cambios profundos a lo largo de los siglos, pero hay una constante que nunca ha desaparecido ni va a hacerlo en un futuro cercano: en Tierras Altas se come bien.
Sí, en Tierras Altas se come muy bien y la culpa de ello la tienen exclusivamente los vecinos, tanto los que viven actualmente en la sierra como las generaciones pretéritas, que han construido una gastronomía tradicional envidiable con materias primas de altísima calidad. Tierra de ganaderos y trashumantes, en todos los pueblos de Tierras Altas puedes encontrar platos populares desarrollados a partir de la carne y la leche extraída de los animales que pastan en libertad por los campos de la sierra. De hecho, la matanza del cerdo es todo un acontecimiento en la comarca y el origen de los ricos y variados embutidos y del torrezno más famoso del mundo.
Con estos productos provenientes principalmente del cerdo y del cordero podemos encontrar platos de gran sabor que han sido transmitidos de generación en generación. Es el caso, por ejemplo, de la caldereta de Huérteles , elaborada con carne de cordero a la que se añade agua, ajos, aceite de oliva, laurel, sal y muchas horas de lenta cocción. Si quieres disfrutar de estos platos y de los productos locales con los que se construyen, en Tierras Altas tienes restaurantes especializados en cocina tradicional y comercios artesanales que te permitirán llevarte a casa un trozo de nuestra centenaria cultura gastronómica.
No todo es carne
El embutido es patrimonio local y los torreznos son nuestra gasolina, pero la cultura culinaria de la comarca va mucho más allá de los productos animales. Para responder a las jornadas de trabajo largas y duras, los pastores han recurrido durante décadas a alimentos tan característicos como las migas pastoriles de Oncala , que era la base de la dieta durante la época de trashumancia. El pan se cortaba la noche antes, se envolvía en un trapo húmedo con ajo y se echaba en la sartén con aceite, sal y pimentón dulce. Las sopas de ajo de Bretún , las roscas de Villar del Río o el artaguiton de San Pedro Manrique son otros ejemplos de platos tradicionales en los que no se emplea carne animal. Si quieres saber cómo se preparan estos y otros alimentos, en este enlace puedes consultar una breve guía acerca de las elaboraciones más características de Tierras Altas.
Además, la sierra también destaca por la presencia de hasta 700 especies de hongos , la mayoría de ellas comestibles y que, además de aportar variedad y riqueza a la gastronomía local, también se han convertido en un atractivo turístico de primer orden, especialmente en otoño y primavera. Con el objetivo de garantizar su conservación y poder disfrutar de su consumo sin preocupaciones, te recomendamos que acudas acompañado de un guía micológico, que te ayudará en la recolección y agilizará la experiencia para que tú solo te preocupes de disfrutar del paisaje y de la gastronomía.